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Entrevista con Sub Urban


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Sub Urban, cantante estadounidense, visitó la Ciudad de México por primera vez este noviembre, presentándose en la edición 2025 del festival Corona Capital. Su perspectiva única de la industria musical y de la creación infinita se vio reflejada en un show poderoso, con la energía de la juventud que lo esperaba ansiosamente.​

Creador de los hits virales “Cradles”, “Freak” e “INFERNO”, y productor de temas como “Build A Bitch” de Bella Poarch, Sub Urban ha reinventado su nombre y construcción sonora desde 2017. Su más reciente álbum, If Nevermore, es una pieza construida a partir de las cenizas del éxito feroz que lo atravesó en su juventud, un reflejo de su vulnerabilidad y evolución a lo largo de los años. Para conocer este nuevo rostro y visión de la música, conversamos con el músico durante su estancia en México; en este acercamiento reflexiona sobre su madurez, autoconocimiento y principios en la creación musical. Además, presenta “Mercury”, recién estrenada, como el ancla de sus próximos pasos creativos.​​

Visitas México por primera vez con un nuevo material, [‘If Nevermore’], una muestra de madurez en tu propio proyecto.

S: Muchas gracias.

En este nuevo trabajo aprecio que eres muy consciente de tu proyecto, abriendo un espacio importante entre tu primer álbum y este. ¿Por qué era importante para ti desprenderte de las tendencias musicales, especialmente en tiempos en los que la regla es la viralidad?

S: Estaba muy perdido en el éxito que tuvieron “Cradles” o “Freak”. Después comencé a producir para Bella Poarch, con el mismo efecto… Sentí que había perdido por completo mi propósito en la música. Cuando firmé con una disquera por primera vez, mientras una audiencia entera esperaba algo de mí durante el COVID, fue un tiempo en que ni siquiera era capaz de acercarme a esas personas desde el lado vivo. Me sentía completamente alienado desde el principio; no era una experiencia humana. Buscaba confeccionar un sonido como lo que “Cradles” fue para las personas, pero se convirtió solo en la copia de la copia y me reduje.​ Creo que HIVE fue un error, de hecho, del que “HEDON” es el cambio: una diferencia notable que reconocieron los fans. Llegué al fondo, tuve una crisis mental casi hasta la psicosis; necesitaba salir de la prisión en la que me habían puesto. Debo agradecer a internet por traer a la superficie la música electrónica underground, así como todas las bases de mi diseño sonoro, todo lo que fue valioso para mí durante 2010. Pero, para 2020, me parece que los algoritmos se tornaron demasiado inteligentes: hicieron que la raza humana fuera homogénea. La curva de la individualidad se ha aplanado de muchas formas. Ahora más que nunca, las personas intentan hacer música que quepa en una playlist; hemos deteriorado el sentido de la monocultura. Mi solución fue simplemente desconectarme. Dejé de usar las redes sociales, lo que dio la ilusión de que había muerto, gracias a la maravillosa situación parasocial. Superé ese miedo y, sí, dañó mi momento de estrellato entonces, pero fue necesario para desarrollarme y evolucionar, para redescubrir por qué es que hago música. Hoy día tengo un nuevo entendimiento de la práctica, de la mezcla y de la producción. “Cradles” fue un vistazo al futuro, era mi alma asomándose entre cada nota; eso es lo que busco en todo lo que hago. No quiero que ningún ruido afecte ni apague mis proyectos; no voy a agacharme por dinero ni por miedo al exilio de las redes sociales. Es muy importante destacar el valor de los conciertos: es la forma ideal de acercar la música a la juventud. En el pasado, podías tomar el riesgo de pagar un vinilo del que te podrías decepcionar; actualmente, la música es desechable. Es más, con la IA vemos copias de copias, algo que se convertirá en el deterioro del sonido. La única forma de contrarrestarlo es con la realidad.


Mucha gente aún no entiende lo que significa llegar al éxito de manera instantánea, algo que te sucedió siendo muy joven. Fue un descubrimiento que vino con los peligros del éxito voraz. Me gustó que lo dijeras de manera tan precisa: la expectativa es como una jaula que, al final, cambió tu relación con la música. Con este disco puedo ver un sentido natural con respecto a la música.

S: Muchas gracias.

Esa sensación tangible en tus canciones nace del tiempo que te tomaste para revelar ese salto de fe. Pensando en lo que decías sobre el internet dando luz a tantos microgéneros, ¿buscabas hacer esto mismo con ‘If Nevermore’?

S: Mi brújula siempre ha sido llegar a donde nadie ha llegado. La única forma de llegar a eso es darte cuenta de que quizá no será el nacimiento de un nuevo género. Pensemos en 2010: surge el boom del dubstep o del trap, mientras se reinventaban todos los estilos musicales. Ahora hemos adoptado la creencia de que todos los sonidos ya existen, pero eso es una afirmación banal; si yo hiciera una canción country hoy, no sonaría como ninguna otra. Todo es cuestión de perspectiva: si piensas en tu director favorito, deseas ver su visión de la vida.

La gente olvida lo accesible que es hacer música, hoy más que nunca. La democratización de la música hecha por computadora te permite crear aun sin tener todas las habilidades, algo negativo en parte por el elitismo existente. Aun así, las personas que están bajo el reflector son quienes se preocupan, a quienes les importa tanto que dejan todo en su vida por la música. Quien llega de la noche a la mañana no valora el acto de crear de la misma forma; regresamos al producto desechable, por eso existen tantos one hit wonders.

No creo que eso sea completamente malo; al final, la industria está cambiando, pero sí es notable la ausencia de emoción y de compromiso en los artistas. Extraño seguir historias de personas que alcanzan el éxito; hay que reconocer que a quienes seguimos hoy surgieron en 2010 y seguimos acompañándolos. Hay muy pocos artistas que surgieron en 2020 que tienen una historia sólida. Es incluso algo monógamo; son realidades que tampoco busco cambiar. Se trata de la aceptación de lo que la tecnología ha cambiado en las personas y de encontrar la forma de navegar la dificultad. Hoy hay una división entre las personas como nunca se había visto; sonará muy simplista, pero realmente creo que hay que volver a la realidad.

Me identifico con muchos glitches y sonidos en la música misma: es la sobrecarga de la tecnología. Pienso que la dotación del espíritu humano viene de nuestra exposición con el exterior; eso es lo que nos diferencia. Por ejemplo, un DJ que llega a la línea roja, mientras la máquina se sobrecalienta, provoca un sonido horrible y saturado, solo que ya no es tan terrible: aprendimos a amar qué tan lejos podemos llegar, y eso no se irá a ningún lado.

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Para mí, esto también reclama una visión sincera de hacer música. Al final, estamos en una industria en donde se favorece el producto, aun si eso le arrebata su esencia. Me emociona que tu música priorice lo humano, me pregunto si eso se relaciona con tu papel como productor. ¿Trabajar con otros artistas ha cambiado tu perspectiva?

S: Siempre me he identificado como productor antes que como cantante o compositor; lo que realmente me intriga es el sonido. Aprendí a componer después de entrar a la industria. En la música electrónica, de donde vengo, todos escriben mal; superar ese aspecto fue muy interesante. Entre exponentes del género es común ver que buscan superar a los otros. En realidad, no ha cambiado mucho, pero se ha entretejido en el pop o en otras adaptaciones que son más cómodas para las personas. Me parece que es algo parecido a lo que pasó con el jazz en sus inicios: fue estigmatizado por mucho tiempo, hasta que las personas entendieron algo que les transmitió comodidad, ya sea escuchando activa o pasivamente. Toma tiempo mover a todos hacia el futuro.

Recientemente ha cambiado mi forma de componer, pero, cuando hice “Cradles” o “Freak”, creé esos beats incluso antes de bajarlos a una partitura. Mucho del hip hop surge de una dinámica similar, en donde se prioriza el beat. Cuando produzco es complicado porque es casi imposible aterrizar todas las capas que veo en mi mente; a veces, incluso, lo olvido al siguiente día. En cambio, si el material escrito —la melodía y las armonías— es intrigante desde el inicio, encontrará su lugar en todas las ejecuciones posibles. Produciendo para otros, en particular, volví a aprender a hacer lo más básico, desde un drop hasta cómo funciona un 808. Me he divertido mucho con la posibilidad de ver a través de los ojos de otro, para poder aplicar esos aprendizajes a mi visión. Es un ciclo, pienso, que además es la forma más natural de enriquecer la música. Esto es algo que también percibí con tus nuevas canciones: regresas a un estado vulnerable. Volviendo a lo que hablamos sobre la humanidad, ¿por qué era importante para ti hablar desde un espacio sincero, retomando temas como el amor, el caos o los tiempos modernos?

S: Es importante porque es lo único que tenemos, aunque no lo hemos comprendido aún. Las personas aprenden esos mensajes a lo largo de su vida; son clichés por una razón. Los escuchamos tanto que toma trabajo entender que es la realidad. Pienso que dios, en palabras religiosas, es como una experiencia que debemos encontrar: encuentra significado, uno que sea solo tuyo. Ese estado vulnerable es, esencialmente, como una señal de radio enviada desde el futuro. Es difícil permanecer abierto a la posibilidad: es mucho más sencillo cerrarte, ya sea por salud o por tu fortaleza mental, por imitar a otros… Todos estamos perdidos y nadie se da cuenta de que toma trabajo encontrar ese significado. No quiero inspirar atajos ni máscaras; la sinceridad es algo tan importante para mí que estoy dispuesto a sacrificarlo todo por ella.


Creo que hemos olvidado que es normal que sea difícil, que tome tiempo, y es normal aprender del dolor para entender las cosas buenas que hay en la vida. Con tu más reciente lanzamiento, “Mercury”, pensaba en la contraposición de lo virtual y el amor. ¿Cuál fue tu motivación detrás de la canción?​

S: No te miento, estaba increíblemente jodido cuando la escribí. Sinceramente, no escribí música por un año después de terminar ‘If Nevermore’. “Mercury” era yo encontrando el piso de nuevo; tenía mucho miedo de arruinarlo después de lanzar un álbum que conectó con tantas personas, se volvió más grande que yo, me aterraba dar el siguiente paso. Hay tanto peso en las expectativas de los otros: quieren que hagas lo que esperan, sin saber qué quieren. La audiencia no sabe lo que busca, así que tú tienes que encontrarlo; eso es aterrador.

Me abruma lo que puedo hacer al crear sonidos, por eso disfruto producir: me muestras algo que puedo resolver, casi como un copycat, puedo comprender todo con rapidez. Hay una cantidad infinita de aplicaciones y ejecuciones al esculpir el sonido, no hay una sola técnica, por eso es tan complejo saber en dónde empezar. Lamentablemente, tiendo a no empezar; por eso, en ese estado, entendí por qué hacía música. “Mercury” es casi un homónimo, ya que por mucho tiempo se llamó “Sub Urban”, porque no podía pensar en nada más. Fue hasta que descifré mis letras murmuradas cuando descubrí mercury: Algo que pertenece a la sangre y que refleja todo lo que hemos hablado hasta ahora, un componente espía en nosotros mismos del que no podemos escapar. ¿Cómo encontramos la forma de vivir con ello?


 
 
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