Entrevista con Silvana Estrada
- Karla Toral
- hace 13 horas
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Actualmente, somos testigxs de un mundo que duele, de una guerra que observamos con impotencia. Parece que la tormenta no cesa, pero es necesario resistir. ¿A través de qué actos lo hacemos? Uno de ellos puede ser la música, la poesía, las protestas, el arte... Es urgente aferrarnos a la ternura en un mundo que pretende volvernos insensibles. Además, cada persona atraviesa sus propios duelos y aprende a lidiar con sus problemas y sus pérdidas. Al final, después de la tormenta, vendrán suaves lluvias…
Silvana Estrada nos contiene con su música, nos abraza y nos transmite esperanza. Sus canciones se sienten como un rayo de luz en días grises, nos permiten hacer catarsis y acompañan distintos momentos de nuestra vida. Después de tres años de ‘Marchita’, llega el anuncio de una gira mundial junto con ‘Vendrán Suaves Lluvias’. Silvana se vulnera, primero, con ella misma, y decide tomar las riendas de su disco al producirlo por completo. Ser artista también significa salir de tu zona de confort y llevar el proceso a tu manera, acompañada de personas que te sumen y te inspiren.
Actualmente, tenemos tres canciones que forman parte de este proyecto: “Lila Alelí”, “Como Un Pájaro” y “Dime”. De cada una hay tanto que decir y tanto que sentir. El sueño de recorrer el mundo con canciones tan especiales (ya conocidas y nuevas) llena de ilusión a la cantautora, y pudimos conversar con ella al respecto de esto y más. En un estudio en el corazón de la Ciudad de México, Silvana se sincera con sus lectores para compartir su proceso artístico y mostrar cómo resiste a través de su arte.
Es un placer conocerte. Me parece curioso porque te vi en 2018 en El Chopo y recuerdo que estaba lloviendo fuertísimo. Después, te vi en Tlatelolco y también estaba lloviendo. Ahorita, después de una de las lluvias más fuertes que hemos tenido en la Ciudad, aquí estamos y vendrán suaves lluvias…
SE: ¡Wow! Sí, justo. ¡Ya por fin aquí estamos! [ríe]
¿Cómo fue planear esta gira enorme para ti?
SE: Pues mira, la verdad es que esta gira se planeó con muchísimo amor. Había muchísimos lugares que teníamos pendientes a los que yo quería ir. Obviamente México, on top of the list, así hasta arriba. Pero bueno, también estaban todos estos países y ciudades que teníamos pendientes, ¿no? Entonces, realmente la gira empieza un poco así: haciendo unos saltos muy grandes y se va desarrollando. En Europa, iremos a muchas ciudades que no conozco y que estoy muy emocionada de ver por primera vez. Volver a Estados Unidos, que llevo un rato sin ir. Y luego por fin en enero en México, que bueno, realmente mi ilusión es poder ir a todas partes porque yo sé que en México hay mucha gente que me escucha, que me espera y yo quiero corresponder a ese amor. Poco a poco vamos a ir sumando más fechas a la gira. Especialmente aquí en México, pero bueno… Por ahora me siento feliz de ver que la gente está dándole con todo a comprar sus boletos… ahí con todo en el Ticketmaster. Estoy muy agradecida.

Amo la pasión que transmiten, en verdad. Pasando al álbum, ¿cómo te sentiste contigo misma en el papel de productora? ¿Cómo fue para ti este proceso introspectivo?
SE: Fue una elección muy loca, la verdad. O sea, como que la vida me hizo tomar esa decisión. Yo no quería hacerlo… En un principio yo no quería producir el disco porque es mucho trabajo, porque estaba agotada y porque bueno, ni siquiera era una cosa que me interesara a mí, producir. Yo había trabajado con otros productores y estaba muy tranquila. Sin embargo, algo de este disco era tan íntimo, tan libre y tan misterioso al mismo tiempo, que me costó mucho compaginar realmente con el trabajo de otros productores. Me costó mucho compaginar con la rigidez que hay a veces en los estudios, que es como: “Bueno, se graba de tal hora a tal hora, hay tantos días y lo que no hiciste, no lo hiciste”, ¿no?
Para mí fue un proceso de tres años. Lo tenía que hacer yo porque fue algo súper libre y yo anhelaba mucho la libertad. Creo que tenía un poco ese afán de libertad, de querer construir otro tipo de maneras de trabajo, de maneras de crear. No quería tener reglas. Venía de un duelo muy grande de haber perdido a mi mejor amigo. Entonces dije como: “Tiene que haber otra manera de vivir, más dulce, más suave, más generosa con una misma”. Yo quedé muy triste de que los últimos años de mi mejor amigo no los viví como me hubiera gustado porque estaba trabajando todos los días, de viaje todo el tiempo. Había algo de ese duelo y de la manera en la que estaba viviendo mi vida que no estaba entendiendo, que no me estaba gustando. De hecho, trabajando con otros productores chocaba mucho mi anhelo de ser libre y de vivir una experiencia dulce con lo tradicional, digamos, de hacer un disco. Siento que sí, que mi experiencia fue literalmente enfrentarme a mí misma, reconectar conmigo, renacer y permitirme estar yo dentro del papel de productora.
Justamente mencionas sobre “Dime” que como humanos es difícil abrirnos al enojo y a la tristeza, a estos sentimientos que son tan complejos de manejar, pero tú lo haces a través de tu música. ¿Hay algunas palabras o reflexiones que te hayan ayudado en este proceso de llevar estas emociones, como dices, tan fuertes?
SE: Uff. Bueno, reflexiones hay muchísimas porque nunca he tenido tanto ruido mental. Pero una cosa que me ayudó un montón fue recordarme que mi vida es mía y que me voy a tomar el tiempo que haga falta para realmente hacer lo mejor que puedo hacer. Hacer algo en lo que verdaderamente creo profundamente. No vivir por otras personas. Esto de tardarme tanto en hacer el disco me confrontó también mucho con las redes, con la velocidad que proponen, con lo rápido que parece que van los colegas. Como hay artistas que cada viernes sacan un sencillo y todo bien, o sea, ese es su universo y su búsqueda y me parece maravilloso, pero bueno, al mismo tiempo es confrontador, ¿no? Es decir, ¿por qué yo no puedo ser así? Y simplemente permitirme vivir en mis ciclos, en mis tiempos y recordarme eso. Mi vida es mía y la tengo que vivir yo para mí; y en ese vivir para mí encontrar realmente la generosidad de mi oficio que es compartirme de la mejor manera, ¿sabes?
Totalmente, está bien pausar y no ir con todo…
SE: Es que la prisa de estos tiempos, de verdad… yo creo que nuestros cerebros no están hechos para esto.
Es bien difícil, pero es necesario. De ahí quería pasar a hablar de esa conexión que tuviste contigo misma. Apenas leí tu publicación sobre la coreografía de “Dime”, es hermosa, entonces quisiera saber cómo fue decir al final: “Va, yo también voy a estar en la coreografía”. ¿Cómo viviste con Carla [la coreógrafa] todo el proceso y cómo fue conectar tu canción con los movimientos de tu cuerpo?
SE: Mira, fue súper hermoso porque Carla tiene una sensibilidad… Aparte yo la conozco de Instagram porque ella baila mi música desde hace muchísimo. Luego, Diego, un coreógrafo maravilloso con el que también trabajé, me la presentó y quedamos así, como un triángulo de amor y admiración, ¿no? Ella tradujo muy hermosamente la letra. Hizo ahí una traducción muy bella con el cuerpo. Yo siempre he admirado la danza, siempre ha sido un sueño que he tenido por ahí, ¿no? El bailar. La danza contemporánea me gusta muchísimo, de alguna u otra forma siempre acabo trabajando con bailarinas y con coreógrafas. Necesitábamos hacer un video y yo pensé en esta referencia de Rosas, pensé en Carla, en un principio yo no iba a bailar y viéndolas ensayar de repente dije: “Oye, creo que quiero bailar”. Desde un lugar de mucha humildad [ríe] porque ellas son profesionales. De decir: “Yo sin ser bailarina profesional obviamente, siendo como soy, lo que soy, quiero ponerme ahí y poner el cuerpo y realmente cantar con todo mi ser”. Fue un proceso súper bonito, súper divertido y súper sencillo también, o sea, relativamente pero rápido.
Sí, como que fluyó todo…
SE: ¡Exacto! Fluyó todo muy natural, sí.
Es que es justo como dice mi maestra, una debe permitirse ser principiante y disfrutar ese proceso, ¿no? Lo más difícil era animarte a hacerlo igual.
SE: Totalmente. Yo creo que sí, eso te iba a decir, yo creo que no saber es una bendición porque entonces te permite aprender. Yo prefiero no saber nada [ríe], o sea, prefiero considerarme inexperta en todo y realmente ser aprendiz de verdad, estar pendiente y abierta.
Lo disfrutas mucho cuando vas así con ojos nuevos a hacer algo.
SE: Sí, me encanta, me encanta.

Hablemos sobre “Lila Alelí”, que también la estuviste cantando muchísimo tiempo antes de que por fin saliera, ¿cómo te sentiste cuando la grabaste para lanzarla después de que te acompañara en tantos shows?
SE: Fue increíble, o sea… “Lila Alelí” fue un parto [ríe]. Llevo cantándola años, a la gente siempre le gustó, yo probé muchísimas cosas en el estudio… Hasta que un día dije: “Ya, no voy a probar nada, simplemente voy a grabarla tal cual suena en el en vivo”. Y de hecho, mi referencia -como mi demo para el estudio- fue un en vivo que grabamos de uno de los Metropólitan del año antepasado. Cuando por fin solté esa canción fue como: “Ya, ya por favor”. Porque claro, yo siempre decía: “Una canción nueva”, pero la gente ya hasta la cantaba, ya se la sabían [ríe].
Ay, claro, es cierto [ríe]. Sí veía los memes.
SE: Sí, ¡sí! Y bueno, gracias infinitas a Memes silvaneros, porque hacen unos memes que hasta lloro de la risa.
También quería preguntarte un poco sobre lo visual que traes para ‘Vendrán Suaves Lluvias’, porque las sillas han estado presentes en todo desde el inicio.
SE: Claro, sí.
¿Nos podrías explicar un poco sobre este simbolismo? En “Como Un Pájaro” te vemos ahí sentada con todos los dibujos de fondo, en “Dime” en el video está tirada la silla, la levantas y después es parte esencial de toda la coreografía…
SE: En verdad todo se nos fue ocurriendo con mucha ligereza, todo este disco habla un poco sobre la espera. Sobre esperar las lluvias, esperar el consuelo, esperar la calma. Y la silla para nosotros, y para mí, era este símbolo de esperar en calma. Hay algo de no estar esperando parada… Es simplemente estar tranquila. Es como un acto de confianza: “Voy a esperar aquí sentada”.
Y las sillas, aparte de que siempre me han gustado, soy fan… Me encantan, o sea, le dedico mucho dinero y tiempo a tener sillas bonitas [ríe]. También había algo de querer simbolizar el espacio. ¿Cómo puedo simbolizarme a mí esperando? El cuerpo estando o no estando… Como que la presencia o la ausencia dentro de una silla en un escenario siempre va a significar algo. Por eso en “Dime” [la portada] no hay nadie en la silla; en “Como Un Pájaro” estoy yo… como que había una serie de símbolos.
Hay una silla vacía en la portada…
SE: Sí, ¡exacto! En la portada estoy yo y no hay nadie a mi lado. Es como un poco, claro, quién se fue, quién va a venir, no sé… Siento que había algo de este juego de las sillas que en automático situaba personajes. Entonces, para mí eso fue como el por qué tenemos tantas sillas.

Bien interesante conocer todo esto. Y ya que pasamos por los últimos sencillos quería hablar sobre el primero y mi favorito, “Como Un Pájaro”. Específicamente hay una línea que me encanta: Cuando todo el mundo duerme, yo me trato de sanar. Siento que la noche es un espacio muy introspectivo, muy vulnerable, ¿no? Entonces, quiero preguntarte, ¿qué has aprendido sobre la noche?
SE: ¡Oh! Hace poco leí un libro que me regalaron en Costa Rica de una poeta, Carmen Naranjo, se llama El oficio de los oficios. Hay una frase que me encantó que dice: “Desvelarse es crear estupideces” [ríe]. Algo que he aprendido de la noche es que siempre te permite equivocarte, tanto si te quedas en tu casa como si sales, la noche es un espacio de prueba y error. Yo soy muy libre en las noches, muy de escribir sin pensar, muy de desaparecer el ego en ese momento. Sobre todo pasando las horas como de las 12 a la 1… entrando a las 2, 3, 4, encuentro siempre un lugar de creación en el que me equivoco mucho. Eso me gusta mucho de la noche, ¿no? Siento que nadie me ve. Es algo que me gusta mucho de “Como Un Pájaro”, mientras todo el mundo duerme, yo me trato de sanar. También es un poco de que no hay testigos, ¿sabes? Ahora mismo estoy sola y qué delicia.
Yo solita, en mi proceso...
SE: Eso. Ahora mismo estoy para mí, y esa soledad siempre me ha gustado. Sobre todo para crear. Un poco adentrándonos más en esto de la vulnerabilidad y de que el mundo ahorita es caótico y que duele mucho… ¿En qué actividades encuentras refugio y apapacho?
SE: Bueno, a mí me da mucho refugio trabajar. Eso me da refugio. Sentarme y darle mi energía a planear la gira, a planear los shows, a realmente honrar un poco mi propósito, el propósito que elegí con mi vida me da paz y me da esperanza. Sentir la comunidad que se ha generado a partir de mis canciones me da paz y me da esperanza también. Y luego, bueno, cosas más personales… La yoga me da esperanza, leer, ver exposiciones, ir al teatro y la danza me recuerdan que también podemos crear belleza. Que no solo somos expertos en guerras, destruir y matar. Que también podemos juntarnos a crear y eso últimamente me da esperanza, pero bueno, son tiempos raros también, no te voy a decir que no [ríe].
Sí, lo entiendo completamente y es difícil, pero también ayuda mucho. Es importante buscar ese anclaje, ¿no? Algo que te ayude a resistir, que al final con tu música también estás resistiendo y con todo lo demás que haces.
SE: Sí, claro. Es bonito pensar en cómo resistir desde el cuerpo, ¿no? ¿Qué se puede hacer para resistir desde aquí?
Para ir cerrando… Vi que Rolling Stone te cataloga como una artista del pasado, presente y futuro. ¿Tú tienes artistas que se sientan así para ti?
SE: Ay, ¡muchos! Violeta Parra, una mujer del futuro conectada con lo más ancestral y siempre presente. O sea, sí, ella es lo más punk que tenemos en Latinoamérica. Luego, Lhasa de Sela, no sé si la conoces, pero es maravillosa. También me sale decirte Miles Davis, John Coltrane, me sale también hablarte de Nick Drake, Caetano Veloso, Gal Costa… Muchísima gente, en verdad. Te podría hablar de Bob Dylan. Muchísimas personas…
Es que hay muchos, y van a seguir. O sea, imagínate cuántos años después y siguen hablando de ellos...
SE: Mucha, mucha música. Bueno, Bach… la música clásica. Hay música que ni siquiera tiene autor y la seguimos cantando y quien sabe de cuando sean.

Recientemente, ¿qué música te acompañó en estas semanas, en estos días?
SE: He estado escuchando muchísimo a Gal Costa. El disco que se llama ‘Gal Costa’ me hace feliz. Es que estuve en la playa, entonces yo estaba en modo Ipanema, ¿ya saben? Una canción que se llama “Qué Pena”, es súper sexy [ríe]. Me encanta. Estuve escuchando mucho “Samurai”, bien ochentera, de Djavan. Igual muchísimo Héctor Lavoe, porque estuve en Puerto Rico. Entonces tuve ahí como un channeling con Héctor Lavoe, con la Fania en general, mucha salsa. Una artista que me encanta, que no conocía, se llama Nala Sinephro, hace música instrumental. Y por último, y otra vez Brasil, Os Tincoãs, que son tres hombres hermosos que cantan a voces. En los discos de Os Tincoãs, para mí… Bueno, yo no soy religiosa, pero encuentro a Dios en sus cantos.
Se nos fue el tiempo volando… Silvana, fue un sueño y un placer hablar contigo. Gracias por tu tiempo.
SE: ¡A tiii! ¡Muchísimas gracias!