Entrevista con Pond

La agrupación conformada por Nicholas Allbrook, Jay Watson, Joseph Ryan, Jamie Terry y James Ireland se ha consolidado a lo largo de quince años, diez álbumes y una infinidad de presentaciones dentro y fuera de su natal Australia, como uno de los proyectos más impredecibles dentro del psych contemporáneo.
El más reciente esfuerzo de Pond toma forma, vía Spinning Top Records, con un popurrí de catorce pistas que reflejan el estado actual de la banda: centrados en las relaciones personales, hambrientos de experimentación y sin miedo a la exploración sonora.
Con esto en mente, nos sentamos a conversar con el vocalista Nick Allbrook sobre todos los detalles, sensibles y sonoros, que precedieron, reavivaron y siguieron a la creación de ‘Stung!’ (2024).
A menos de una semana del lanzamiento del álbum, ¿cuál es tu sensación sobre los discos anteriores a ‘Stung!’?
NA: Miro hacia atrás y pienso que son geniales, incluso los más viejos. No es cuestión de mejorar, no es una carrera de velocidad o un examen ¿sabes? Se trata de algo creativo, subjetivo, eso es lo hermoso de la música. No hay blancos y negros, ni una definición para saber qué tan buena es, lo que importa es cómo hace sentir a las personas.
En lo personal, ¿qué es lo que te impulsa a seguir adelante?
NA: La música es parte de mi vida y, como adulto, debes esforzarte para seguir, porque la sociedad te empuja a ser enormemente productivo y llenar tu tiempo de trabajo duro. El sonido me da una vía para expresarme, un lenguaje creativo en el que encuentro las palabras que no puedo decir. Me quito un gran peso de mis hombros cuando expongo algo a través de una canción.
Creo que ser artista, por sí mismo, es una situación realmente compleja. Sí, amas el arte y partes de ello, pero debes mantenerte creando para sobrevivir. ¿Cómo te sientes al respecto?
NA: Bueno, para nosotros, nunca ha pagado realmente bien [ríe]. Así que, ya sabes, los incentivos financieros no son enormes. No digo que no sea bueno, a fin de cuentas es mi carrera, pero el dinero jamás ha sido un factor. Digo esto sin afán de glorificar nuestra conexión con la música. Creo que, si no fuera tan divertido, pararíamos y conseguiríamos un trabajo que pagara consistentemente. Pero lo es, y amo a los chicos, así que, aquí estamos.
Y nosotros a ustedes. Volviendo al disco, una de las canciones que más llamaron mi atención fue “Last Elvis”. Recuerdo que habías empezado a trabajar la idea desde hace más de un año.
NA: Escribí esa canción mientras vivía en Los Ángeles, habla sobre volverte una copia de ti mismo, perdiéndote en todas las maneras en las que se te puede describir. Eres la única persona en el mundo y sólo tienes la idea de los otros para hacerte compañía. La figura de un imitador de Elvis era el vehículo perfecto para la metáfora y sensación estadounidense, con todo lo bella, terrible, inflada y estridente que puede ser.
Es un tema más que interesante para cualquier LP, ¿las demás letras en el disco siguen esta línea?
NA: Creo que las letras en el resto de canciones son mucho menos escandalosas, la mayoría va de los puentes que entablamos con los demás. Las relaciones, en mi opinión, son de las cosas más salvajes e interesantes de las que puedes hablar, ese quehacer humano y la manera en la que se mueve por el mundo. La confrontación, la tristeza, la aceptación del dolor: nos conforma.
¿De dónde nacen todas estas ideas difíciles de tratar?
NA: Pienso que este proceso de embate, contra tus propias ideas y sensaciones, es lo que marca tus guías principales al momento de partir de la intimidad sensible y llegar a lo musical. Describirlo más allá de eso me es realmente difícil, si tuviera que elegir una palabra diría resiliencia, quizá aceptación.

Retomando la complejidad que implica ser un artista, puedes pensar que estás en un punto medio entre el colectivo, con todas las personas que tocas con tu música, y el individuo, que crea desde tu intimidad. Hablando de la manera más honesta posible, ¿sientes esta responsabilidad al llegar a las personas con tu música y tus palabras?
NA: Esa es una forma realmente interesante de ponerlo: la forma de existir entre dos mundos. Lo pienso a veces, no quiero llenar a la gente con ideas terribles. Pero no creo sentir el peso de toda esa responsabilidad. Durante un tiempo sentí que había cosas de las que tenía que hablar. Ahora es más como seguir hacia lo que está frente a ti, lo que te emociona, lo que sientes, lo que evoca todos estos grandes sentimientos que valen la pena ser música. No es realmente un mensaje explícitamente político o social, es la pura alegría de la exploración y la expresión que eso implica. Eso es suficiente mensaje.
Al momento de recorrer estas líneas conceptuales, ¿sabes de antemano a dónde llegarás o dejas que el camino gire por sí mismo?
NA: Casi nunca sé con qué case de ideas terminaré componiendo. Comienzo con un par de frases interesantes y el resto me encuentra a mí. Hay veces en las que me sumerjo en una suerte de terapia intrapersonal, de la cual surgen tantas ideas de impulso como de derrota. Jamás sé qué habrá al otro lado.
Suena a incertidumbre pura. No sé si yo podría dejarme llevar tan fácilmente sin caer en todos estos pensamientos de ansiedad sobre mi presente o posible futuro.
NA: Pienso que toma mucho tiempo llegar a ese punto. Recuerdo cuando recién empezamos Pond, éramos muy jóvenes, no pensábamos en nada, sólo íbamos por ahí, estrellándonos de frente con la pared y pasando de largo. ¡Era genial! Justo después pasé por un periodo donde esa misma incertidumbre me asustaba, pensaba “Esto debe ser realmente bueno, necesito mejorar”, era un escribir y perfeccionar continuamente, sin siquiera compartirlo con mis amigos.
¿Qué te emociona explorar ahora mismo?
NA: Diría que los sentimientos. Sé que es la respuesta más vaga que puedo dar, pero es verdad. Me interesan las relaciones, los recuerdos, la manera en que cambian y nos conforman. Supongo que lo que me interesa, en las letras pequeñas, son las imágenes. Los fragmentos de cuando imaginas una película y eres capaz de describirla dramáticamente, como la lluvia en el pavimento por la noche. Eso me inspira. En cuanto a la música, estoy experimentando con loops ajustados, son muy divertidos.
Sobre lo que mencionaste de las memorias. ¿Cuál es tu primer recuerdo de tocar música o de la música en general? El mejor recuerdo.
NA: Muchos de mis primeros recuerdos están ligados a una casa en la que viví en Nosely Street, en Derby. Fue ahí dónde algo empezó a encenderse dentro de mí. Recuerdo escuchar a Silverchair, Oasis o Ali Farka Touré, que es un guitarrista de África Orietal muy popular. Desde que tenía siete años las cosas empezaron a volverse realmente profundas para mí, comencé a sentir estos diferentes tipos de música y dejarlo impactar en mí.
Más allá de lo musical ¿Qué factores fueron decisivos para que tu relación con la música se viera como se ve ahora?
NA: Llegar a un desarrollo sano de tus ideas requiere alcanzar cierto nivel de confianza con quienes te rodean: tu equipo de trabajo, tu público y, principalmente, contigo mismo. También debes aprender a no forzarlo. Si no está sucediendo, no está sucediendo. Sólo haz otra cosa, da un paseo, lee un libro, mira una película. Debes encontrar un balance, entre toda la confianza en ti mismo y el que no te importe una mierda. Es ahí donde se vuelve más sencillo involucrarte con el acto creativo –o lo que siempre debió haber sido– en virtud de la palabra: hacer algo a partir de nada. Como un torrente que viene del vacío sin nada a lo que puedas aferrarte. Aceptar esto me ha tomado más tiempo del que me gustaría.

Considerando toda esta serie de verdades momentáneas, ¿a dónde quieres llegar?
NA: En este punto, busco balancear todas estas partes de mi vida que han cobrado más y más importancia. La música es muy relevante en mi día a día, pero no es el centro. Creo que debe servir a la vida, complementarla, no hacerla a un lado. Disfruto profundamente de hacer música, me ayuda todo el tiempo, pero no diría que tengo un plan para ella.
Si la música existe fuera de ese centro, ¿qué hay en él?
NA: Mis amigos, mi familia, la salud mental, el medioambiente… sí, todo eso es gigantesco en mí, no puedo pensar en nada más grande. Aún así, la música se mantiene muy arriba en la lista.
¿Alguna vez has imaginado cómo sería tu vida sin la música? ¿Qué estarías haciendo ahora mismo?
NA: Siempre me agradó la idea de ser un académico. Antes, cuando estaba en la universidad estudiando historia, realmente pensaba que eso era genial. Tocar en bandas es divertido y me encanta, pero estaba bastante interesado en la idea de seguir ese camino, el camino del conocimiento. Poco después Tame Impala explotó y tuve que dejar la escuela. No lo sé, hay tantas cosas que me interesan y tantas oportunidades abriéndose todos los días. Quizá sólo hubiera vuelto a Australia y trabajado en la prisión o algo así [ríe].
¿Lamentas algo de los últimos quince años?
NA: Pienso en cualquier decisión estúpida que haya tomado en el pasado –y créeme que han sido muchas– como una especie de guía nos ha llevado a todos hasta aquí. En lo personal, no me arrepiento de nada, como colectivo creo que podríamos haber cambiado a energía renovable hace cincuenta años.
Ha sido genial poder hablar contigo Nick, ¿hay algo más que quieras agregar para Vibras?
NA: Sólo que amamos a México y no podemos esperar para estar de vuelta. Lo haremos pronto, estoy seguro de eso.