‘Palo Santo’ de Years & Years: El pop no se destruye, solo se transforma
El segundo álbum del trío británico Years & Years llegó plagado de expectativas debido al gran éxito que le significó Communion, su álbum debut. En esta nueva entrega puede sentirse la evolución, más en las letras que en el sonido, pero sobre todo reafirma algo que nos demostraron el disco anterior: el pop no se destruye, no muere, solo se recicla, se transforma. Y en esta ocasión funciona de maravilla.
El LP abre con “Sanctify” y establece el tono característico de involucrar imágenes religiosas y espirituales en sus letras con un pop noventero que lo hace más accesible a las masas. “Halleluja” continúa la línea con notas electrónicas que nos remontan al David Guetta del principio del milenio.
“All for you” suena como el sencillo perfecto: bailable, digerible y con una letra que puede aplicarse a cualquier historia de desamor, no obstante en el contexto del álbum parecería la segunda parte de “Halleluja”.
“Karma” suena al más puro pop de las boybands de antaño. Un pop mejorado, remezclado, actualizado, con letras más profundas. “Hypnotised” nos da el descanso obligatorio, una balada emotiva que describe a la perfección el momento del flechazo instantáneo.
“Rendezvous” vuelve a la tendencia bailable pero no tan convincente como en al inicio del álbum. Un track que se puede perder entre los tracks, fácilmente olvidable. “If you’re over me”, uno de los sencillos del disco, nos ofrece la voz de Olly Alexander en su faceta más “Justin Timberlake”.
“Preacher” es una de las destacadas del álbum. Sigue con la línea bailable pero burbujeante, una canción que fácilmente puedes visualizar un viernes en la noche. “Lucky Escape” no es una balada tradicional, está más inclinada a crear un ambiente. La voz de Olly Alexander nos regala más texturas, dándole un toque más etéreo.
“Palo Santo”, la canción que da el nombre al disco, es probablemente la más interesante, tanto en letra como en sonido. Te envuelve en un ambiente esotérico que te transporta incluso a la imagen de la portada. Es poderosa sin perder el hilo sónico.
“Here” aporta el toque R&B, con coros que nos recuerdan a las ceremonias religiosas, siguiendo con el tema espiritual. Al seguir después de “Palo Santo” se pensaría que la segunda parte del disco iría en esa dirección, pero no, “Play” rompe con el misticismo prometido y regresa con los sonidos reciclados del synth pop noventero. Una buena canción, pero mal colocada en el tracklist.
“Valentino” nos trae una colaboración con MNEK que resulta una verdadera bocanada de aire fresco, ya que la voz de MNEK nos saca de la monotonía que ya nos había hundido Olly Alexander. “Howl” recarga el synth pop pero extrañamente más emocional, con sonidos más sutiles que rompe de buena manera con la misma línea de pop bailable.
“Don’t Panic” es la canción sacrificada del disco. Pudo ser novedosa y refrescante al inicio del recorrido musical, pero al ubicarla como la penúltima en una larga versión deluxe simplemente se pierde entre todas las demás anteriores que tuvieron un sonido muy similar.
“Up in Flames” cierra con un golpe de nostalgia. El synth pop es más una combinación de Kraftwerk, o ya yéndonos a terrenos más cultura pop, tiene unas notas que nos recuerdan “Into The Groove” de Madonna. Un cierre que nos dejó con ganas de más, no de más canciones, sino de más experimentación con los sonidos y la voz de Alexander.
Un clásico disco pop, para poner en el auto, cantarlo durante el fin de semana. Es disfrutable y digerible pero si se escucha en partes. No recomendable para escucharlo de un jalón, pues la voz d Alexander podría hartarte. Es como el azúcar: en pequeñas dosis, es un manjar.