‘Outer Space’ de Toro y Moi: Un álbum para disfrutar sin preocupaciones
El nuevo material discográfico de Chaz Bundick nos lleva a nuevas direcciones, más hacia el funk y hasta en algunos casos hacia un pop más minimalista. Para algunos, su mayor pecado es que no tiene hits instantáneos o tracks destacados, e incluso se podría argumentar que carece de cohesión debido a la corta duración de las canciones y del álbum en general; no obstante, es una obra que se puede disfrutar sin pretensiones, sin preocupaciones, sin expectativas, simplemente para pasar un buen rato.

El album inicia de manera emocionante prometiendo media hora de funk y melodías digeribles. “Fading” es una canción que nos habla de tener fe cuando todo se está desvaneciendo. Las influencias del dance noventero se pueden apreciar en “Ordinary Pleasure”, una de esas canciones en las que la letra tiene un mensaje aún más profundo que lo que los arreglos musicales pueden sugerir.
En “Laws of the Universe” los sintetizadores te llenan de nostalgia. Su voz casi se funde con la melodía, casi imperceptible, casi bailable, casi memorable. Deliciosa para escuchar, pero no tan brillante como para quedarse en la memoria. En “Miss Me” la voz de ABRA es el elemento clave. Sensual con un dejo de tristeza. Minimalista y vulnerable, no se necesita más.
“New House”, auto-tune a la orden del día. Si bien sigue en la línea de pocos elementos en la producción, esta canción cae en la monotonía convirtiéndose en una de las menos vibrantes del álbum. En “Baby Drive It Down” el recorrido sonoro vuelve a la vida con toques tropicales. Aquí es donde el disco empieza a agarrar una dirección más emocionante.

En “Freelance” los beats electrónicos son el marco ideal de esta oda a la tecnología. El auto tune es la cereza del pastel. Una canción vibrante y refrescante en términos de producción a comparación del resto del álbum. “Who Am I” es la continuación del track anterior, esta canción sigue la línea bailable. La crisis existencial envuelta de una dulce voz y sintetizadores. Más compleja e interesante, un punto alto en este trayecto musical.
“Monte Carlo”, el juego de voces destacan en esta pieza; no obstante, tanta dulzura resulta monótona. El álbum cierra con una colaboración con Instupendo en “50-50”. La simpleza de esta canción pop la convierte en el resumen perfecto del material: experimentación con lo minimalista.