Entrevista con NOIA
Gisela Fullà-Silvestre creció entre el activismo de sus padres y una marcada vena artística, intención que le llevó a mudarse al distrito Brooklyn, NY, tras graduarse del Berklee College of Music en 2015. Inundada por el impulso de la escena neoyorquina, la barcelonesa adoptaría el nombre de NOIA con la idea de separar su carrera como ingeniera de scores audiovisuales y su recién inaugurada trayectoria hacia la sónica contemporánea.
Pop avant garde, electrónica minimalista y un marcado carácter experimental fueron los elementos presentados por la artista desde el inicio del proyecto a finales de 2016. Tras el lanzamiento de los EPs ‘Habits EP’ (2016) y ‘CRISÀLIDA’ (2019) la compositora nos transportaría hasta 2023 con una ráfaga de singles rumbo a su primer material de larga duración.
Con el reciente impacto discográfico de ‘gisela’ en el oído público, nos dimos a la tarea de conversar con la compositora sobre la totalidad del proceso creativo, la profundidad de las ideas al interior del tracklist, su identidad como creativa más allá de lo sonoro, influencias sonoras y el sustrato político de la intención sonora.
Recibimos tu primer material larga duración hace tan solo unos meses, supongo que contrastó naturalmente con trabajos anteriores.
N: Sí, se siente como un cuerpo de trabajo mucho más denso, en el buen sentido, a comparación de los EPs pasados.
Al ser un debut ¿cómo resolviste esa presión de autoreconocimiento frente a los demás?
N: La verdad es que este disco es como una verborrea de todo lo que conforma mi identidad, antes fragmentada de alguna manera. Hay muchas partes de mí en este disco; desde fantasía bien over the top hasta momentos completamente desnudos, honestos o tradicionales. Se siente como un mapa completo de estos dos últimos años.
¿Qué hay exactamente antes de estos dos años? El álbum parece reflejar una vida pluricultural con líricas en español, inglés, catalán y portugués.
N: Pasé toda mi infancia y adolescencia en Barcelona, mis padres son catalanes, yo soy catalana cien por cien. Nada es demasiado exótico [ríe]. Luego me salió la oportunidad de irme a acabar estudios de composición en Berklee, en Boston, y ya de ahí me mudé. Un poco a caballo entre Nueva York y Barcelona. Realmente sé muy poco portugués, claro que todas las personas que hablamos español o catalán vivimos en esta fantasía de pensar que entendemos italiano o portugués [ríe]. En el disco lo único que quería era incluir un fado que me gusta mucho, por eso el cambio de idioma en la grabación.
Me agrada esta idea de qué tanto cambiamos según el idioma que hablemos en el momento. No sé si estas diferencias te llevaron a decidir sobre las partes de cada canción, qué Gisela quedaba mejor con qué sensación en cada idioma.
N: Es que total, cada idioma representa una parte de nosotros y llega un punto en el que ninguna es más real que otra, somos poliédricos en este sentido. No fue una decisión premeditada, creo que solo permití que cada cosa saliera tal cual era. Es por eso que hay canciones con secciones en inglés seguidas de español. Me fue saliendo así, un poco loco.
Al hablar de esta poligonalidad personal es complicado pensar en qué tanto somos y qué tanto fuimos construidos. ¿Cómo has vivido esta mezcla de mundos interiores?
N: ‘gisela’ habla mucho sobre esta idea de en quién te has convertido tras vivir tanto lejos de tu sitio de infancia. Pensar en quién serías si no te hubieses ido. Trato de tocar estos temas de construcción de identidad fuera de tu cultura, de cómo al volver sientes no pertenecer tras todo a lo que te has expuesto. “otra vida por vivir” habla justo de esto, hostia, si me hubiese quedado en Barcelona cómo habría evolucionado. Es voltear a ver a todas estas vidas que nunca llegaremos a vivir pero siguen llamándonos.
¿En qué serías distinta de jamás haber migrado?
N: Creo que la mayor diferencia es ese contraste entre una ciudad tan cercana a mí, como lo es Barcelona, y el haber atravesado por toda esta cultura del fuelle, de sobrevivir, de superarnos entre el caos de una ciudad como Nueva York. Te cambia. Claro que música siempre habría, es igual si me pagan por hacerla o no. Esta necesidad de crear la habría sentido igual de haberme quedado en España. Así que la música la tienes en esta y todas tus otras vidas.
N: Sí, eso sí. Quizá acompañada de otras cosas, ya veremos a dónde nos lleva la vida.
Volviendo a la línea temática del disco, las relaciones, más allá de lo amoroso, parecen un punto central en cada uno de los tracks. ¿Podrías extender más esta idea?
N: Bueno, el álbum no va de grandes conceptos, es más pequeño en el buen sentido; honesto, transparente. En el fondo ‘gisela’ es una oda al tejido social cercano, a las personas con quienes creas un vínculo realmente fuerte. Las relaciones humanas te dan un espacio en el que jugar, donde puedes sentirte segura, que vas a salir adelante. Es por eso que quería incluir audios de whatsapp de mis amigas, de cenas con amigos, etc. Este disco ha sucedido gracias a ellos; me mantienen en vida. Por eso mismo lo describo como doméstico o costumbrista, como muy simple. Las relaciones son la realidad del disco.
¿Qué te gustaría provocar en todas estas personas cercanas y tu público al escuchar el disco?
N: Creo que esa calidez agridulce de las emociones; tristeza, euforia, la presencia de otras personas. Un lugar de balance donde puedan irse a la mierda sin dejar de estar acompañados.
Hablando de presencia de otras personas, ¿qué artistas te influenciaron durante el proceso creativo?
N: La verdad es que ha habido muchas. Quienes aparecen en el material; Buscabulla, Ela Minus, Maria Arnal; me inspiran profundamente, alimentan mis horizontes musicales. Por otro lado tengo a todas estas compositoras de música con tintes más tradicionales; Silvia Pérez Cruz, María José Llergo, hasta Rosalía. Pienso que han tratado de recuperar un poco estos sonidos mediterráneos, música ibérica, cantos de ida y vuelta. A nivel de producción diría Björk, Arca, SOPHIE y oneohtrix point never. Son personas capaces de irse a los extremos y crear universos sonoros brutalmente interesantes, cosas que suenan como nada lo ha hecho antes ¿sabes?
La mayor parte de los nombres que mencionas pertenecen a artistas femeninas, ¿se trata de una coincidencia artística o un statement político social más elaborado?
N: Creo que todo lo que hacemos, queramos o no, tiene una carga política. Pero el que ellas aparezcan en el disco es porque son amigas mías, gente querida que me inspira. Esto es punto aparte pero, conforme me voy haciendo mayor, parece que voy perdiendo amigos y me quedan solo amigas. En el fondo me doy cuenta de que sí, es político; el hecho de que resuene más con música hecha por mujeres o personas no binarias. Hay algo ahí sobre la responsabilidad afectiva, sobre la manera en que expresan su sensibilidad, sobre cómo lo procesan a nivel artístico. Llego a conectar más con eso que con un hombre cis hetero hablándome de su paisaje afectivo. No es que no me gusten artistas hombres, disfruto mucho de la música de varios, pero es verdad que las colaboraciones en ‘gisela’ son todas mujeres. Por algo será.
Es genial conocer todas estas aristas que, al final, terminan componiendo el universo del material. ¿Cómo se ve el futuro cercano para tu proyecto en esta nueva etapa?
N: Pues nada, tengo muchas ganas de tocar este disco en directo. He estado puliendo el acto en vivo y sí, solo me emociona más la idea.
Hemos disfrutado mucho hablar contigo Gisela, ¿algo más que quieras agregar para nuestros lectores?
N: Muchas gracias por la conversación [ríe].
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