Entrevista con Junior Boys
Si no crees en lo que haces ¿cuál es el punto?
La primera incursión musical de Jeremy Greenspan y Matt Didemus llegaba al oído público vía ‘Last Exit’ (2004), acompañada de una bocanada de agua fresca para el indie synthpop del nuevo milenio. Tras el lanzamiento de múltiples trabajos de estudio, fechas interncionaes y la consolidación de una ferviente base de fans, el dueto originario de Ontario, Canadá, se instauró como uno de los referentes del synthsound contemporáneo. Evolución que desembocaría en un éxito moderado pero constante llegado 2016.
Tras atravesar el confinamiento con el avivamiento de la chispa creativa, la dupla norteamericana se abocaría a la construcción sonora de ‘Waiting Game’ (2022), publicado vía City Slang Records tras casi seis años de ausencia.
El sexto material en la carrera de Junior Boys da un giro de 180° a los sonidos trabajados previamente por la agrupación, pasando de una línea mayormente pop al riesgo experimental de una nueva faceta electrónica.
Aún sacudidos por el nuevo carácter que ha decidido personificar la agrupación canadiense, nos dimos a la tarea de conversar con Jeremy Greenspan, quien nos habló sobre todo lo referente al proceso detrás del álbum, el sentimiento general dentro de la etapa actual, los retos de una nueva sonoridad y el impulso creativo necesario para defenderle.
¿Cómo te sientes hoy Jeremy? ¿Qué tal los ánimos post lanzamiento?
JG: Bien, bien. Ha pasado un buen tiempo desde que lanzamos el álbum, así que…
Debe ser interesante escuchar el material a casi tres meses de su publicación, te hace repensar en los motivos que le dieron forma originalmente. ¿Cuál fue la idea primaria detrás de ‘Waiting Game’?
JG: La intención fue la de hacer algo que sonara completamente distinto, pero usualmente es difícil articular aquello a lo que quieres apuntar, el sonido exacto que quieres lograr. Sabía que quería impregnar mucho más dinamismo en el material, que fuera la clase de disco que te obliga a escucharle detenidamente. Más allá de eso, no tenía idea de qué dirección tomar.
“Must Be All the Wrong Things”, la primera canción que hicimos para este LP, surgió prácticamente de la nada. Escucharla por primera vez fue como “Bien, así que esta es la forma que tomará el resto”.
Supongo que desde ahí solo fue dejarlo fluir.
JG: ¡Exacto!
Empecemos por lo básico ¿por qué ‘Waiting Game’? ¿Tiene algo que ver con los últimos dos años entre confinamiento y crisis social?
JG: Lo llamamos ‘Waiting Game’ por más de una razón. En primer lugar, la mayoría de las canciones tratan justo de eso, esperar. Buena parte del disco fue compuesta durante la pandemia, especialmente las primeras ideas. Creo que las letras reflejan ese sentimiento de pausa prolongada, así se sentía todo, aguardando a que la vida empezara otra vez. En cierto sentido seguimos bajo esa filosofía, justo el otro día fui a un restaurante, mi primera vez en casi un año o algo así. Creo que es difícil acostumbrarnos a ya no estar dentro de esa zona de pánico social y ansiedad médica generalizada. Por otro lado, nos pareció un buen título dado que no habíamos lanzado nada nuevo desde hacía ya mucho tiempo [ríe].
En esta línea sobre comprender el recorrido para explicar el destino artístico, ¿cómo te sentiste durante la creación del álbum? ¿De qué manera se aproximaron a este nuevo carácter?
JG: Durante el proceso me sentía realmente confiado. No tenía ninguna sensación de fragilidad, ninguna duda respecto a si estaba componiendo el tipo correcto de música. Al mismo tiempo me encontraba produciendo un montón de música pop, de modo que, al mostrarle a amigos —cuyo gusto musical respeto genuinamente— lo que había estado trabajando, todos me decían que debía enfocarme en esto, en lo extraño. Sentían que estaba llegando a algo realmente interesante, eso me alentó.
Sabía que, debido a su naturaleza inusual, el disco no sería un gran hit, pero no me importaba en absoluto. Creo que terminé siendo muy indulgente conmigo mismo, si sabes a lo que me refiero.
Aquí hay un punto interesante; seguir aun sabiendo que no romperá tops mundiales ni se convertirá en un himno instantáneo. Muchos creadores son impulsados por esa suerte de fe provisional sobre los lugares a los que puede llegar su música. ¿Cómo sigues sin todas estas ideas? ¿A qué te aferras para seguir creando?
JG: Bueno, tú escribes, hacer música no es muy diferente; no hay garantía de nada. No lo haces porque es la opción segura para formarte una carrera o haya mucho dinero de por medio. Lo haces porque algo dentro de ti te obliga. He sido muy afortunado en el sentido de que, en más de veinte años, lo he hecho lo suficientemente bien como para no tener que conseguir un segundo empleo. Mi música me ha mantenido a flote, pero he tenido este impulso toda mi vida, desde los doce y hasta ahora teniendo cuarenta. La forma en que mides el éxito debe serte infinitamente personal. Debes seguir porque crees en ti, en lo que haces, si no ¿cuál es el punto de todo?
Como dije, sabía que lo estábamos haciendo no era parte del foco de atención masiva. Vaya, no es contemporáneo de la manera en que la música pop es contemporánea. Pero era exactamente lo que quería, así que lo hice.
Los sonidos al interior del álbum tomaron a más de un escucha por sorpresa, se siente como un punto de inflexión en su carrera, un clavado de referencias ambient, atmósferas synth y experimentación exhaustiva. ¿Cómo lidiaron con esta nueva intención musical?
JG: Pensaba en Junior Boys siendo una especie de proyecto pop o R&B. Aún dentro de las libertades que otorga un disco experimental, contextualizo a la banda dentro de ese marco. No me considero un artista de música abstracta o experimental, al menos no dentro de esta faceta. Junior Boys trata de explorar esta parte de mí mismo a la que le interesa escribir canciones, involucrarse en el proceso creativo, cantar… Para mí, aún los pasajes más rebuscados dentro de ‘Waiting Game’ poseen musicalidad ¿sabes? Tienen alguna línea melódica que logra engancharte, letras estructuradas, elementos que las remiten a la concepción más pura de lo que entendemos como canción.
¿Cómo te sitúas artísticamente dentro de todos estos nuevos matices?
JG: Siempre me he pensado como una especie de outsider dentro de la música pop. Es en buena parte lo que ha logrado darle continuidad a los sonidos entre disco y disco. En algunos aspectos el nuevo álbum se siente drásticamente distinto a los anteriores, pero en muchos otros creo que la gente puede escucharlo y decir “Reconozco esto, la forma en que se acompaña con las canciones pasadas”. Nuestros fans tienden a ser bastante abiertos ¿sabes? Creo que algunos se inclinan por las cosas más bailables, mientras que otros tiran más hacia lo suave y melancólico. De cualquier manera, quienes siguen nuestro trabajo nos alientan constantemente a tomar esta clase de riesgos, nos dejan probar cosas nuevas y ver hacia dónde nos llevan.
¿Qué respondes a quienes esperan solo continuaciones de sus trabajos pasados?
JG: No queremos hacer un álbum que suene exactamente como alguna etapa anterior ¡Nadie necesita eso! Porque esa música ya existe, está ahí afuera, lista para ser escuchada. No es quienes somos ahora.
Me gustaría hablar de una de las canciones más interesantes del material, “Dum Audio”. Balancea todo este espacio liminal y sintético con una suerte de beat casi quirúrgico. Me hace pensar en lo vívido de un corazón monitoreado. ¿Qué nos puedes contar de ella?
JG: Escribí esa canción como homenaje a Florian Schneider (miembro fundador de Kraftwerk), quien falleció mientras trabajábamos en el disco. Es uno de mis héroes personales, una persona tan famosa como misteriosa al mismo tiempo. Cuando piensas en Kraftwerk los imaginas como robots, no como seres humanos. Es extraño cuando uno de ellos muere y te ves forzado a recordar su humanidad, ver más allá del personaje.
En el momento sabía que quería hacer algo para rendirle tributo, pero no tenía idea de qué cantar. Me llamaba el usar un sintetizador como voz principal o procesarla a través de una larga cadena de efectos. En cuanto a la letra, tenía este compendio de poesía medieval en latín, por alguna razón [ríe]. Lo hojeé hasta encontrar cierto poema sobre la primavera, sobre cómo sucede tanto durante esa época del año y el hastío que siente el narrador, quien solo quiere estar solo, sumergido en su tristeza, en contraste con el surgimiento de nueva vida. Me pareció algo más que adecuado para ser parte de la lírica.
¿El diseño sonoro estuvo pensado así desde un inicio?
JG: Para nada. Durante la grabación estaba jugando con este sintetizador y algunos triggers, cuando, tú mismo lo dijiste, uno de ellos sonaba exactamente igual a un monitor hospitalario. No estaba planeado, solo sucedió y logró incrustarse perfectamente con el giro temático de la canción.
A veces, cuando trabajas en música fuertemente guiada por lo tecnológico, te enfrentas a cierto grado de imprevisibilidad. Las cosas pasan, presionas el botón de grabar y de repente te encuentras reorientando lo que sea que estabas haciendo hacia un ambiente casi mortuorio.
Tras este repaso por el proceso e intenciones de ‘Waiting Game’ ¿cuál dirías que es el siguiente paso para Junior Boys?
JG: Tenemos varias ideas. Para empezar, el próximo LP no volverá a tardar seis años, de eso estoy seguro [ríe]. Tenemos ya un montón de maquetas en las que queremos trabajar y lanzarlas tan pronto como sea posible, quizá dentro de dos años o algo así.
Me alegra mucho escuchar que tendremos más música nueva muy pronto. Ha sido genial conversar contigo Jeremy y me gustaría cerrar con tu perspectiva respecto al momento actual del proyecto. ¿Cómo se siente su presente?
JG: Me agrada sentir que podemos hacer prácticamente lo que queramos debido a que estamos en una buena posición. Es realmente difícil publicar un álbum hoy en día, su ciclo de vida es abrumadoramente corto. Al mismo tiempo ¿a quién le importa? [ríe]. Creo que recaigo demasiado en ese pensamiento. Me siento muy afortunado por contar con las personas que nos escuchan, que sostienen al proyecto, pienso aprovecharlo tanto como sea posible.