‘Father of the Bride’ de Vampire Weekend
Esta semana inició con uno de los lunes más calurosos que ha tenido mayo. Un día quizá estresante, agotador y pesado, pero que la magia de la música pudo rescatar con la noticia del lanzamiento de Father of the Bride, el más reciente material de Vampire Weekend.
Con 18 canciones que nos recuerdan a producciones como Contra o Modern Vampires of the City, este disco resulta una mezcla de pop, folk y country e inicia con “Hold You Now” .
La historia en la canción gira en torno a un romance y a una supuesta boda. No es un mal tema, sino el soundtrack de una escena triste en la que el protagonista de una vida difícil se da cuenta de que un proceso de transición está por cruzarse en su camino.
Le sigue “Harmony Hall”, el segundo track, que con sabor a optimismo trae a nuestra memoria una melodía similar a “You Can't Always Get What You Want” de los Stones, pero con una letra que engloba una una profunda reflexión de lo dicho y hecho bajo la influencia del verano y el amor.
Luego de cinco minutos llega “Bambina”. El tercer track y uno de nuestros favoritos, con el que recuperamos todavía un poco el sabor del Vampire de antes, quedándonos con una bonita sensación de nostalgia en el corazón.
¿De qué va? de romance y de la paz que nos da estar con alguien especial, pero también de la angustia que sentimos cuando ese amor fantástico ya no puede pegar los jarrones rotos y todo debe terminar. “Bambina” es el reflejo de la rebeldía adolescente que nos hace cruzar desiertos para llegar a la tierra prometida, porque injusto es vivir sin conocerla.
El track número cuatro es “This Life”. Un sonido que se asemeja al ruido de The Drums y al de The Smiths, donde podemos sentir de cerca la esencia que la banda tenía con “A-Punk”.
La canción posee un ritmo suave, alegre, cálido y bailable. Tiene un sabor a los dulces 16 cuando todo era un sueño de surf y verano. La letra nos habla sobre la realidad que se esconde tras los momentos felices de la vida, el romance y la temida resistencia al cambio. También del fracaso y el interminable cuestionamiento sobre si estamos haciendo lo correcto.
Para el número cinco tenemos “Big Blue”, y aquí seguimos recuperando el sonido del Vampire que florecía en nuestro pecho declarando amor y confusión a diestra y siniestra.
Después llega “How Long?”, track número seis que suena a un poco de funk y hace una declamación al desamor, rompimiento e ira. A los fantasmas de navidades pasadas y al armonioso despecho.
El tema siete es “Unbarably White” que con melodías soft y jazz neoyorkino con un poco de tropical style nos trae una letra que va de la separación, la cruda realidad y la caída al abismo cuando perdemos a una persona amada.
Jugando un poco con la temática del disco y poniéndonos en un contexto pre marital, hasta ahora tenemos la típica escena de película americana donde escuchamos un “por poquito y nos nos casamos” “por poquito y no la libro (risas)” y “por poquito te dejo ir para siempre", pero no.
Casi a una cuartilla de reseña le damos su lugar a “Rich Man”, el track número ocho y de poquita duración que nos confirma el patrón del disco, mientras nos dice "soy el hombre más afortunado del mundo porque te tengo a ti y eso es justo lo que necesito".
En el tema nueve, "Married in a Gold Rush" hay una colaboración con Danielle Haim, que nos muestra la genialidad de ambos artistas con un country folk pop. Esta canción, bastante buena por cierto, si se escucha a profundidad invita a pensar en las declaraciones de amor que el destino afortunadamente se encargó de detener.
Da guiños a la vieja babilonia y a parajes sacros donde el matrimonio simboliza la unión de dos almas y dos cuerpos en un función de un orden estipulado por la sociedad, al contexto histórico de Ezra, en otras palabras.
El tema diez, “My Mistake”, es la balada del disco que no es precisamente como “Obvious Bicycle”, por ejemplo, pero nos recuerda a esa tonadita de piano que sabe a otoño y dibuja una atmósfera dorada que hace al mundo mágico y vulnerable.
Para el track once llega una canción con esencia cósmica, hinduista y marroquí, bajo influencias con del frenesí corpóreo que se vuelve divino en la música árabe: “Sympathy”, una vibración de mucha pasión que se atreve a falar em português y contarnos sobre encuentros interculturales.
“Sunflower”, el tema doce interpretado a dueto con Steve Lacy, se presenta como una melodía suave con influencia musical de finales de los sesenta, además de coros psicodélicos y mezclas bien intencionadas.
“Flower Moon”, la treceava canción y otro dueto junto a Lacy, nos arroja una letra que nos habla de una experiencia sobrenatural y mística provocada gracias a la magia del destino.
En el número catorce está “2021”. Una canción bonita que nos da la calma y, en su video, nos muestra a una simpática ranita que lucha por guardar el equilibro. Aquí la voz de Ezra se siente bien y nos reconforta dentro del caos citadino.
Para los tracks quince y dieciséis tenemos “We Belong Together”, otra colaboración con Danielle en un melodioso folk pop, y “Stranger”. Ambas un buen intento de seguir contraponiendo a las situaciones de la vida y el bendito matrimonio un panorama musical que parte de diversas dimensiones.
Hasta este punto, la madurez de Vampire Weekend es un hecho que se ha consagrado y se mantiene en constante desarrollo. Con “Spring Snow”, el ya maratónico track diecisiete, vuelve a retratar el punto de partida en que una pareja atraviesa una serie de emociones confusas, propias de la vida conyugal.
Con una melodía nostálgica, cargada de golpesitos al corazón, esta canción se convierte en una despedida que encaja bien con “Jerusalem, New York, Berlin”, una composición maestra que nos hace decir “gracias Vampire Weekend por haber vuelto”.
En esta bonita y última canción, el cariño hacia Vampire late fuertemente en la sangre, porque para cerrar con broche de oro su nuevo material, la banda eligió un track cargado de simbolismo, arte, romance e historia humana, que compone bastantes referencias hacia la historia de la humanidad y la biografía de Koening.
Como síntesis de esta larga reseña, diremos que efectivamente nuestra banda ha cambiado. Que algunos temas sí resultan flojos y pesados, pero que por fortuna, son la minoría.
Lo rescatable de todos ellos es que tenemos frente a nosotros a una agrupación que vuelve para hacernos sentir que el tiempo no ha pasado, porque aunque Father of the Bride resulte a veces un disco difícil, sobre todo por su extensión, surca con versatilidad 18 temas que consagra a los neoyorkinos como una entidad capaz de transformarse a sí misma.
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