top of page

Entrevista con Vaya Futuro


En medio del caos, crisis e incertidumbre, la esperanza a ciegas que baila entre melodías alentadoras y reflexivas, te cuestionas entre suspiros lo que deparará en los próximos años dentro de toda esta bella y compleja locura; un único pensamiento inunda tu mente, inhalas y exhalas por última vez… Vaya Futuro. La banda de Tijuana, conformada por Luis Aguilar, Miguel Ahuage y L.E. Ros, comienza un nuevo capítulo con su cuarto álbum: El Peso del Mundo, es un manifiesto que expresa los sentimientos más oscuros de la humanidad y rechaza el mundo moderno, oscilante entre lirismos modestos y espectros sónicos ambientales, de ensueño, jazz y experimentales eléctricos. Un viaje reflexivo y caótico para ver la realidad detrás de sus cortinas difusas.

Lanzando un disco en medio de una pandemia, resalta los sentimientos de aislamiento y trauma en medio de brillantes paisajes oníricos y nublados. En una conversación profunda, Luis Aguilar nos comparte su perspectiva del mundo contemporáneo, el poder de la música como un agente revolucionario, los simbolismos sonoros del nuevo álbum y los sueños constantes que nos acechan en cuarentena.

Podría decirse que la música ha estado presente toda nuestra vida y creo que hay un momento en específico de cuándo conectamos con ella. Haciendo un recorrido por tu niñez, en tu infancia, ¿recuerdas una memoria que represente eso?

Luis: Cuando era niño y estaba en casa, allá en Sinaloa, había uno de esos teclados sencillos que se usan para aprender a tocarlos -de los que tienen demos cuando oprimes un botón y suena una canción, tiene diferentes géneros y escalas para jugar. Esa es una memoria que recuerdo mucho, pero la recuerdo como un sueño y no fue así, me han dicho después que quedé por horas, hipnotizado y muy emocionado con ese piano. Desde ese entonces, me recuerdan que siempre he tenido una afinidad con la música y creo que ese fue el momento en el que me di cuenta lo que realmente quería hacer.

De niño, pasé por varias facetas: al principio, quería ser caricaturista porque veía mucho Nickelodeon y Cartoon Network, me gustaba dibujar e incluso llegué a dibujar bastante bien para mi edad; pero cuando empecé con la guitarra, muchas cosas pasaron a segundo plano y la música se convirtió en mi prioridad. Ahorita he retomado un poco del dibujo, pero realmente estoy muy oxidado. En otra faceta, me nació el gusto por actuar y quería ser actor, pero eso duró muy poco. En la secundaria, quería ser director de cine y fue finalmente en la prepa, cuando me decidí por la música -durante esa época, fue cuando salió el primer prototipo de lo que sería Vaya Futuro.


Hay alguna historia detrás del nombre Vaya Futuro, porque hablar del futuro es un tema complicado. ¿Qué representa esta frase? ¿Cómo nace?

Luis: No te quiero echar un choro existencial, pero el nombre de Vaya Futuro nació por nuestro primer disco, que financiamos nosotros a través de esas páginas que te ayudan a recolectar dinero y a quiénes nos apoyarán, les prometimos un vinilo, un póster, una playera y cuando estábamos imprimiendo, llega un mensaje de una banda que se llama Celofán, diciéndonos que ya habían registrado el nombre y que tenemos que buscar otro, porque antes nos llamábamos así. Marcamos a la maquila de vinilos, para preguntar si ya habían impreso las portadas y resultó que sí, entonces ese fue un gasto extra que tuvimos que hacer; pero también teníamos que decidirnos rápidamente por un nuevo nombre para que se llegara a mandar. Buscando entre cosas y cosas, encontramos el nombre “Vaya Futuro” en una canción de la banda española: Los Fresones Rebeldes. A nadie se le ocurrió algo mejor y se nos hizo algo raro al principio, pero creo que con el tiempo el nombre se ha ido adaptando más a nosotros y a nuestra música, nos dio como cierta dirección.

¡Felicidades por ‘El Peso del Mundo’! Es de los álbumes más conscientes que han salido este año, sus lirismos y simbolismos sonoros son bellísimos. ¿Cómo fue para ustedes construirlo y darle vida?

Luis: Tal cual como lo mencionas, fue como construir ese álbum. Es una entidad, que empezó con un esqueleto y nos fuimos hasta que tuviera la piel -por decirlo de alguna manera. Sabíamos que este disco iba a ser bastante ambicioso, así que necesitábamos tiempo y compromiso, y para eso nos fuimos a Tijuana, a encerrarnos un mes -en enero, cuando todo está más tranquilo y sabíamos que tendríamos el tiempo para dedicarlo por completo a este disco. Allá grabamos la batería, al mismo tiempo que los sintetizadores modulares, eso nos llevó mucho tiempo y no queríamos retrasarnos. Los bajos también sucedieron por allá, los grabé yo y es la primera vez que eso sucede en un disco -o bueno, de nosotros. A eso le echamos mucho coco, porque creo que el bajo es de los instrumentos que se pueden perder en algo fácil y no queríamos eso. No grabamos voces en ese momento, sólo un poco de guitarra y todo lo demás no lo trajimos a la ciudad, a hacerle arreglos y terminarlo.


Hay un cambio importante en este álbum comparándolo con otros discos de Vaya Futuro: se siente más fuerte y honesto. ¿Qué sucedió con ustedes, o con el mundo, en este momento de transición de un álbum a otro?

Luis: De nuestro lado, puedo decir que había una especie de expectativa, incluso entre nosotros, de que haríamos un salto a lo mainstream y eso no sucedió con el anterior álbum, que definitivamente fue un disco más amigable -con sus momentos fuertes y todo, pero manteniendo esa línea más optimista. Ese álbum fue un pico muy feliz de nuestras vidas y lo refleja.

El nuevo disco, refleja más lo que es la realidad: hacer las paces con esa idea de que a lo mejor no nos convertiremos en esa banda siempre optimista nunca, o bueno, aún no lo sabemos. Fue volver a organizar nuestras prioridades y recordar lo que es más importante para nosotros. Hubo cosas del pasado, de mi pasado, que detonaron en este presente y yo creí que ya había superado: estaban esperando a que bajara de esa nube, para darme cuenta que había creado una realidad no-real. Este disco fue eso, un golpe de realidad, y creo que se ve muy bien reflejado. Mucho más cohesivo, creando una narrativa y regresando a nuestras raíces.

“Es bonito hablar de lo feo y lo malo, porque lo sacas y es importante nunca negarlo; qué es lo que se hace mucho en el entretenimiento: se crea una realidad falsa, un escapismo y está bien, tiene su público y funciona de alguna manera. En nuestro caso, creo que siempre la honestidad brutal siempre ha sido lo más importante”

En ‘El Peso del Mundo’, ¿existe una canción en específico que signifique mucho para ti o de la qué te sientas muy orgulloso?

Luis: Estoy muy orgulloso de este disco, pero de la canción que más me siento orgulloso, sería “Sosiego”. Es una canción minimal: los elementos no la saturan, no sobreexplota y me gustan mucho sus metales (el corno francés, la trompeta y el órgano). Me recuerda mucho a las cosas que me gusta escuchar de lo experimental y es como si fuera una especie de guiño a eso. En este disco intentamos ser más nosotros, y creo que esa canción lo transmite, poniendo una batería medio trap en un concepto de ambient y sus voces que rebotan entre las cuerdas; me gusta mucho esa canción.

Para alguien que escuchará este disco por primera vez, ¿Cuál dirías que sería la mejor manera de escucharlo y apreciarlo en todo su potencial?

Luis: Yo lo pondría en un contexto de cuando hicimos el primer listening del vinilo: lo pusimos como a las cuatro de la tarde y cuando empieza todavía es de día, cuando termina esta tirándole al anochecer/atardecer. Con unos buenos audífonos, o un buen sonido y poniendo muchísima atención. Definitivamente estando en un contexto más contemplativo. También un amigo me dijo que es excelente para escucharlo cuando caminas de noche y ponerlo on repeat; suena más místico. Sí, definitivamente ponerlo en una albercada, no es la opción. Hay música que funciona en ese contexto, pero nosotros no y digo, se disfrutan ambos contextos: hay sonidos para todo.


Hay una crítica importante en los lirismos de este álbum, la modernidad, la impotencia y la ansiedad; un lado realista del mundo. Me pregunto: ¿Existe una luz de esperanza al final del túnel o realmente estamos perdidos?

Luis: Honestamente, yo creo que estamos perdidos. En este contexto de pandemia, he visto a mucha gente en muy malas condiciones o en la calle y son muy pocas personas las que están dispuestas a ayudar; ese es el problema y lo que nos frena a lograr un cambio real. Cuando me piden monedas en la calle, trato de mejor invitar una comida corrida; donar playeras, calcetas, ropa que no es muy mi estilo a alguien que las va a utilizar y les dará un buen uso. El otro día estaba comprando cervezas en el seven y me encontré con este señor que venía de Guatemala junto con sus hermanos, me sentí culpable de estar comprando cervezas cuando a lo mejor podría utilizar ese dinero para que ellos no pasarán una mala noche. Yo no tengo demasiado dinero, pero comida nunca me falta y cuando trato de dar, me quedo con esa sensación pesada y hasta me hace sentir un poco culpable de qué yo tenga un techo, un trabajo, que comer... luego pienso que: yo no soy el culpable directo, o principal; hay mucha falta de conciencia, de personas multimillonarias, una muy mala distribución del dinero. ¡¿Cómo puede ser que existan personas que gasten miles de pesos en una sola noche y existan personas que no tienen para comer?!

Todo eso es lo que nos va a llevar a la ruina si no hay un cambio. Es difícil no ponernos a nosotros como individuos, la culpa y la responsabilidad, nosotros tratamos de apoyar con lo que tenemos a la mano. Se tiene que cambiar ese pensamiento de tratar a la gente que no tiene dinero, que no tiene techo, que está en una situación muy difícil, como si no fueran personas. Al mundo no le gusta ver la realidad a los ojos.

¿Cuál dirías que es la importancia que tiene la música en estas luchas de justicia?

Luis: Uno, crear la conversación y dos, es una especie de anestesia. Es necesario expresar: injusticias, dolores, pérdidas... porque todos tenemos esas experiencias, de cierta manera hasta similares y eso hace que encontremos un lugar dónde pertenecemos y nos sentimos aceptados, entendidos y sociales. Darnos cuenta que somos una comunidad y que la música puede conectarnos.

Ahora el mundo se encuentra en el limbo de una pandemia, son tiempos difíciles y es fácil caer en el caos. ¿Hay algo que te ayude a estar más tranquilo?

Luis: He estado sacando ideas para canciones y mandado a mis compañeros de banda. Creo que siempre pensar en lo que sigue, te mantiene a la expectativa de algo y te ayuda a encontrar un poco esa cordura. Me salieron un par de trabajos para hacer jingles en algunos comerciales. También toda la salida del disco, videos y ver cómo el mundo reacciona eso, nos ha mantenido muy ocupados y felices. Definitivamente, pensar que todo no está en pausa.


Conociendo más a Luis Aguilar…

Un clásico de Vibras: si Vaya Futuro pudiera ser un animal, ¿Cuál sería y por qué?: Sería un ornitorrinco, porque es un animal que se ve bonito pero es venenoso. Nuestro sonido es, por así decirlo: “bonito”, pero cuando le pones atención a las letras, pueden ser un poco más oscuras o peligrosas. Además, son animales que son un híbrido de todo, y también nosotros, siempre estamos experimentando con diferentes géneros. Me gustan, están chistosos.

Un sueño recurrente: Tengo una pesadilla, que es muy tonta, pero sueño muy seguido con ella: estoy en la escuela y me falta una materia para pasar (una materia súper difícil, como matemáticas), en mi sueño he faltado todo el semestre esa materia, entonces voy a reprobar y comienza el estrés escolar, no sé que hacer y ya al final, despierto.

Número de la suerte: 7, ha sido mi número favorito desde niño, mi departamento es número 7 y le puse 7 a la canción “7” porque me gusta.


Facebook - Vibras I Vol.14.png

LEE NUESTRA REVISTA DIGITAL

bottom of page