La banda noruega Kakkmaddafakka nos ofrece su más reciente álbum Diplomacy, una paleta de colores un tanto similares, pero de igual forma divertidos. Un viaje sónico en donde no se nos permite agüitarnos, sino simplemente disfrutar y bailar.
Kakkmaddafakka se ha hecho de una gran reputación en los festivales europeos debido a sus grandes shows en vivo. Este disco, a pesar de tratar temas pesados como la salud mental, la nostalgia y las relaciones tóxicas, está hecho para disfrutarse ruidosamente, algo que se agradecerá enormemente en su actual gira.
Diplomacy inicia con “My Name”, un track con un coro pegajoso y elementos de sintetizador que nos indican a la perfección de qué va el álbum. “Runaway Girl”, uno de los sencillos del disco, nos habla de un amor prohibido, pero lejos de ser deprimente, los sonidos nos llevan vertiginosamente como el título de la canción. Un himno popero digno de bailarse en cualquier ambiente.
“The Rest” baja las revoluciones con una melodía más melosa. La voz de Axel Vindenes es más dulce y cálida. Si estuviéramos en una fiesta, sería el momento ideal para rellenar el trago, pero al momento de estarlo haciendo, te mueves lentamente reflexionando “You gave me your best, I gave all the rest”.
“Sin” nos regala pinceladas de pop setentero, que se mezcla perfecto con el viaje musical. “Get Go” brinca a otra década, a los noventas, para darnos ese ritmo bailable que te pone de buen humor en cualquier circunstancia.
“Frequency” nos detiene un poco, si bien sigue con una línea de los sintetizadores, es el descanso sónico. Más como sonido ambiental que como sencillo, no es la canción que destaca del disco, pero es indudable que es linda al oído.
“Moon Man” rompe con el ritmo e inicia a tambor batiente. La voz es mucho más profunda, un track más hacia el indie rock que el synth pop. Una canción que bien podría ser un lado b perdido de Death Cab for Cutie, en definitiva una de las mejores canciones del LP.
“Naked Blue” también deja de lado un poco el protagonismo de los sintetizadores para darle un toque más íntimo, dando paso a “This Love”, la canción que cierra con ese toque romántico necesario en cualquier álbum. Si bien se escucha más orgánica y cargada emocionalmente, esta power ballad carece del pico emocional que debe poner la piel chinita, que te hace prender el encendedor o el celular en los conciertos, que te haga dedicársela a la persona especial.
Diplomacy es sin duda un gran esfuerzo de indie pop: sintetizadores como protagonistas y coros pegajosos que funcionarán no solo en la intimidad de los audífonos, sino también en la complicidad del auto o en la emoción de los shows en vivo. No obstante, le falta el golpe en la mesa para ser considerado un álbum redondo.
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