Entrevista con The Wrecks
El dúo conformado por Nick Anderson y Aaron Kelley haría sus primeras incursiones en el mundo musical a inicios de la década pasada, acumulando experiencia a base de pasantías en disqueras y apoyo a distintos proyectos musicales de la costa Este, afilando sus sensibilidades en materia de producción y composición. Tras desarrollarse brevemente como parte de un proyecto pop punk, The Wrecks iniciaría una prometedora trayectoria incorporando a Nicholas Schmidt y Billy Nally a su alineación, optando por una línea de sonidos alternativos con guiños al hardcore pop y soft emo.
La agrupación destacaría en años siguientes por la pulcritud de su línea melódica y la alta energía dentro de cada presentación, encontrando un primer gran éxito con el sencillo “Favorite Liar”, lanzado a inicios de 2017 bajo la discográfica Another Century. Desde entonces, el cuarteto se ha posicionado como una de las agrupaciones a seguir dentro de la marejada de sonidos contemporáneos, entregando su última actualización en los once tracks que componen ‘Sonder’.
Así, y extendiendo la celebración por el lanzamiento de este segundo larga duración, nos sentamos a conversar con el frontman y vocalista Nick Anderson, explorando la profundidad conceptual del material, el ahora del proyecto y el impulso que parece depararles el futuro cercano.
‘Sonder’, lanzado bajo el cobijo de Big Noise Records el pasado 10 de junio, encuentra a la banda en un estado mucho más maduro tanto sónica como líricamente, reflejándose en el recibimiento del público percibido por los integrantes. “Ha sido un proceso realmente emocionante, sentir la respuesta de la gente es casi abrumador, pensar que realmente dedican un momento de sus vidas para escucharlo. Estamos realmente orgullosos del álbum y parece estar alcanzando oídos mucho más allá de nuestro público inmediato”.
The Wrecks parece haber alcanzado una nueva etapa guiados por la línea artística del reciente larga duración, consolidando los sonidos trabajados en ‘Infinitely Ordinary’ (2020) y diferenciándose de otros proyectos a base de vibrantes coros pop, arreglos de instrumentación puntual y el recurrente uso de percusiones sintéticas como guiño a lo contemporáneo. “Los últimos cinco años han sido todo un viaje de aprendizaje; familiarizarnos con técnicas de producción, mejorar en ello, dar un paso más allá como intérpretes y compositores”.
La solidez alcanzada por The Wrecks parece cimentada en un esfuerzo constante de los integrantes durante los últimos dos años, batiendo demonios internos en favor del despliegue artístico, todo para llevar el compromiso sonoro un paso más allá y poder ver terminado el LP en su totalidad. “La pandemia fue un momento realmente difícil para todos y el abordarlo desde lo musical no fue menos complicado. Era común despertarme poco inspirado, pero el trabajar con nuevas personas hacía todo un poco más emocionante. Aún así, se sentía como una gran ruleta rusa de emociones, podía sentir la música fluir un lunes por la mañana, solo para volver a ese estado de vacío justo al día siguiente”.
La fuerza con la que impactan las palabras de Anderson proviene del mismo lugar que diera origen al sustrato conceptual del disco, traduciendo sonder como el darnos cuenta de que la vida de los demás es tan compleja y profunda como la nuestra; empatía en su más pura expresión. “La idea era hacer una serie de canciones que expusieran toda esta frustración por no poder conectar. Exponer, a todas luces, que las personas realmente importan”.
La riqueza conceptual del álbum se traduce a lo musical tomando como punto de partida los pilares del músico, utilizando los recursos de su infancia y juventud para llenarles de significado en al ahora de la banda. “No suelo escuchar tanta música pero tengo algunas raíces de las que me valgo constantemente para llegar a lo sonoro, crecí escuchando toda la escena emo. Conforme pasaba el tiempo me fuí permeando de artistas mucho más variados, justo ahora pienso en bandas como The Killers”.
The Wrecks ha logrado un sonido tan pulido como distintivo, balanceando giros mainstream con el blast de amplificadores cranckeados, descrito por Anderson con palabras mucho más directas. “Nos etiquetaría como rock o pop rock, supongo. El sonido es muy energético, quizá más tirado hacia algo que podría sonar en una película ligera, pero siempre con la intención de pasar un buen rato”.
Con todos los aciertos que ha tenido la banda en su meteórica trayectoria, el futuro parece depararles nada más que una vida envuelta en altos decibeles, alineándose con las intenciones del proyecto con miras a nuevos territorios internacionales. “Nos gustaría lanzar más música, tourear más, buscar venues aún más grandes. Visitar lugares como Europa, Australia, quizá Asia después, hay muchas ciudades más que amaríamos conocer”.
Nos despedíamos del frontman entre promesas ligeras de una posible visita a México, habiendo disfrutado la breve inmersión de nueva música y con once nuevos tracks para voltear a nuestro alrededor y sentirnos parte los unos de los otros. “Muchas gracias por el espacio y espero que escuchen ‘Sonder’ hasta morir [ríe]”.
