Entrevista con Diles que no me maten
Literatura, experimentación y un empuje constante de la sónica nacional son sólo algunos de los elementos que han caracterizado la trayectoria de Diles que no me maten.
Tras su debut vía ‘Edificio’ (2020), la agrupación formada por Jonás Derbez, Andrés Lupone, Jerónimo García y los hermanos Ponce, se ha consolidado más allá de los límites nacionales. Prueba de ello su futura presentación como parte del Pitchfork Music Festival CDMX, próximo a llevarse a cabo este 9 de marzo al interior del Frontón Bucareli.
Con esto en mente, nos sentamos con Gerardo Ponce (intervenido esporádicamente por Lupone) respecto al futuro cercano, el lanzamiento de su último LP ‘Obrigaggi’ y la perspectiva del proyecto sobre el impulso artístico colectivo.
Estamos a nada de su presentación en lo que será la primera edición del Pitchfork Music Festival en CDMX. ¿Emocionados?
GP: De mi parte estoy muy contento. Pitchfork es un festival muy chido y justo salió el álbum, recién nos llegó el vinilo… Es la primera vez que tendremos algo así en físico.
¿Dirías que el hacer de su música algo palpable le agrega cierta dimensión adicional?
GP: Completamente. Hace que esto, que ya podíamos escuchar, se sienta más real. Tener el objeto representa certeza, reafirma el camino que hemos tomado.
Espero que este sea un primer paso para revisitar trabajos anteriores y llegar a nuevos sonidos.
GP: Nuestro plan es hacer los vinilos de los otros dos discos, en especial ‘Edificio’ (2020). Justo ahora estamos trabajando el de ‘La Vida de Alguien Más’ (2023). De ahí en fuera, el plan es trabajar en nueva música y tocar, tocar mucho.
Llegados a este punto, entre vinilos y festivales, parece sencillo voltear atrás y dar fe de todo lo que han recorrido. ¿Qué hay de los años que siguen? ¿Cómo se ve el futuro para DQNMM?
GP: Me gustaría seguir produciendo música distinta a lo que ya hemos hecho, salir del país, llegar a otros lugares, seguir creciendo…
Sabiendo eso, diría que ‘Obrigaggi’ (2023) responde perfectamente a eso. Han pasado algunos meses desde su lanzamiento en octubre del año pasado, ¿cómo recuerdan esa etapa creativa habiéndola digerido?
GP: Fue un proceso realmente lindo, tardamos dos años haciéndolo. Antes de llegar a Jalapa a grabarlo sólo teníamos ideas dispersas, una que otra melodía, canciones a medias, etc. El sentarnos a trackearlo con nuestro equipo, y no en algún otro estudio como Progreso Nacional, facilitó replicar todos estos sonidos en vivo. Creo que es parte de entender nuestros instrumentos, eso devino en la comodidad del lenguaje al que pudimos llegar.
Parece que el cambio en la dinámica de producción fue uno de los puntos decisivos durante la realización del LP. ¿Cómo fue trabajar con Mateo Sánchez Galán?
GP: Trabajar con alguien como Mateo ayudó a sentirlo aún más natural. Conocemos a ese wey de toda la vida, nos comprende, nos dió el chance de trabajarlo según los tiempos de cada uno. Los ingenieros, además de ser quienes graban el proyecto, también pueden dar terapia en esto de relacionarte con tu instrumento. Te acompañan en tus victorias y derrotas a la hora de hacer música.
AL: Mateo fue de las primeras personas que creyó en nosotros. Cuando él estaba en Aire Libre 105.3 FM nos grabó una sesión que nunca salió. Estuvo ahí desde el principio, fue muy padre poder coincidir otra vez.
Sobre este apoyo inicial y pensando en el lugar al que han llegado, ¿se piensan como una banda mexicana incrustada en el gran ecosistema sonoro o se relacionan desde un lugar más neutral?
GP: Creo que somos una banda y, el que seamos mexicanos, nos da ese título: banda mexicana. Pero creo que la música en sí es un concepto mucho más abierto, no se limita a cierta nacionalidad o región. Pienso en cómo gracias al internet, y todo ese mundo, hoy podemos encontrar estas conexiones personales en cualquier otro lado con ideas afines a las tuyas. Responde más a esta exploración musical que cada uno lleva.
Siempre me ha gustado esta idea de la música como lenguaje universal. Pero al pensarle desde tal o cual contexto parece perder generalidad.
GP: Yo sí siento que la música es una forma de romper fronteras, de conectar con otras personas. No hay necesidad de amoldarle o etiquetarle desde el idioma en el que se crea. Se me hacen algo chafas estas etiquetas como “rock en español” o “indie mexicano”, terminan segregando el género e impiden experimentar la música como un lenguaje ageográfico.
Haciendo caso de la libertad con la que conciben lo sonoro, ¿cuáles son sus referencias guía dentro de esta nueva etapa para el proyecto?
AL: Es muy variado porque los cinco tenemos gustos muy distintos y, de vez en cuando, coincidimos en ciertas cosas. Si tuviera que señalar una banda que nos pegue a todo quizá sería The Velvet Underground. Cuando vimos el documental andábamos súper motivados, pensar en esa combinación Lou Reed, John Cale y Maureen Tucker nos inspira. Pienso también en Pharoah Sanders, Alice Coltrane, The Beatles…
GP: ¡Mabe Fratti! Nos gusta escuchar mucho de lo que está sucediendo en la ciudad porque, bueno, es gente con quienes podemos conectar directamente, hablar de cómo creamos y nuestras diferencias.
No sé qué tan conscientes estén de esto, o si ustedes mismos se conciban así, pero se les ha llamado “un referente” en varios círculos del oído público. ¿Cómo lo viven desde el otro lado?
GP: Para mí, este viaje de la escena es más un conjunto de amigos que va creciendo mientras compartimos cosas. Hace año y medio comenzamos a llevarnos con los de Grito Exclamación, Un Perro Andaluz y tienen una forma de ver y de aproximarse a la música muy distinta a la de nosotros. Es ese contraste compartido el que termina por enriquecer a su banda, a la nuestra y hace que nos nutramos todos. Eso es lo que importa. La escena, en realidad, es un fantasma; somos un grupo de artistas independientes que trata de seguir haciendo música y la única manera de hacerlo es yendo a conciertos, apoyando proyectos, mencionándolos cuando se pueda. Eso hace de la música algo mucho más grande y la aleja de este egocentrismo donde sólo hay lugar para mi proyecto, porque soy “un pilar” o “alguien muy importante”.
¿De dónde dirían que nace este “más allá” artístico para Diles Que No Me Maten?
GP: Diría que la música parte de una necesidad, como comer, es algo que tengo que estar haciendo: escuchar música, leer sobre música, hacer música, etc. Siempre trato de encontrar una manera diferente de expresarme porque, al final, es como un potenciómetro de todo aquello que siento. Y entre más sincero es, más fácil es poder crear desde allá. No sé si Andrés lo vea diferente.
AL: Sí, siento lo mismo que Gera. Es una inquietud que tenemos que estar rascando para sobrevivir.
Es muy significativo escuchar que su intención, humana y musical, proviene de un lugar así de honesto. ¿Hacía dónde les gustaría dirigirla en pleno 2024?
GP: Personalmente me emociona mucho tocar en el mismo escenario que King Krule, soy un gran fan del proyecto. Pero, más allá de eso, nos vuela la idea de volver a tocar en un festival. No formamos parte de uno desde el Hipnosis de 2021. También estamos planeando una gira con algunas posibles fechas en Europa. Se siente bonito estar de vuelta.
Ha sido genial conversar con ustedes, muchachos. ¿Algo más que quisieran agregar para nuestros lectores?
GP: Gracias por seguir entrevistándonos. Llevamos mucho tiempo hablando con ustedes, me parece muy chido que exista esa continuidad. Y nada, ¡nos vemos en el Pitchfork!
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