Vive Latino 2020: Día 1
Fotos: Jiovanna Bellamy | @byjiovannabellamy
Vive Latino o cuando la música se mueve en tiempos de crisis
El Vive Latino, el Festival Intercultural más grande de México y uno de los más importantes de Latinoamérica, mantuvo su jornada de actividades en medio de una crisis de salud que ha puesto al mundo entero en alerta.
Pese a que algunos esperaban, y con razón, que la edición número 21 del festival diera marcha atrás y que, tras la cancelación de bandas como Portugal. The Man, Fangoria y Kyary Pamyu Pamyu, este importante fin de semana pasara en silencio, ni pena ni gloria, no pudimos estar más equivocados.
Poco antes de las dos de la tarde, el Foro Sol ya retumbaba con música, alegría y emociones de cientos de asistentes que, con premura y humor, tomaban las difíciles condiciones del mundo actual como un elemento más de la vida cotidiana. Desde primera hora, las prisas, la euforia y el entusiasmo se metieron bajo al piel de cada persona y allí hicieron vaivén cotidiano para cambiarlo por el ambiente perfecto que esta fiesta ha ocasionado en muchas otras ocasiones.
Los primeros ecos del Vive Latino surgieron de Say Ocean, grupo muy esperado por decenas de personas, y Negro y Las Nieves de Enero en la Carpa Intolerante con su fresquísima música de Michoacán poniendo sabor y magia al carnaval. En este punto todo problema había desaparecido y entre destellos dorados pasamos a Yucatán A Go Go, quienes como un grandioso clásico del festival abrieron los pasos a la riqueza musical que ha hecho historia en nuestro país covereando a los Tex Tex e invitando a Rubén Albarrán al escenario.
En un escenario vecino estallaba El Poder del Barrio mientras Rubytates hacia lo propio en el Doritos Alive y The Warning conquistaba el escenario Intolerante para dar paso a Odio a Botero. El momento de correr nos tomó por sorpresa porque del otro lado del mundo, en el escenario Escena Indio, reinaba el rockabilly con el poderoso sonido de los Rebel Cats, quienes llevaron a cabo la primera rebeldía de la tarde: con casi una hora de concierto y Dr. Shenka en el escenario, 15 años de rock se apropiaron de los alrededores para llamar a sus hijos a un agujero de fraternidad y mucho slam que excedió el tiempo estimado para su presentación.
Enajenados y entre gritos muchos salimos incómodos por el cortón de audio, pero nos encaminamos hacia una cumbia latina que se levantaba en el Escenario Indio a través de las manos de Damas Gratis; los colombianos que expandieron la conciliación con la trágica realidad al ritmo de su música histórica que desde hace años ha tranquilizado a nuestros corazones.
Con ellos el segundo intento por prolongar la duración de un show resultó en un vano y así llegamos con una leyenda de la música independiente mexicana, por una parte, y ante cuatro monstruos griegos que ocupaban su figura humana para arrasar con el furor de la tarde por la otra; estamos hablando de Reyno y The Phantom Four, dos grupos que tanto en el Escena Indio como en la Carpa Intolerante demostraron de que está hecho este festival. A Reyno siguió el estreno del escenario "Momentos Indio" que, con el tutelaje de los años, trajo a nuestros oídos típicas canciones del ideario mexicano entremezcladas con aquellas que han estado presentes a lo largo de nuestra vida y del festival. A la par, Mex Futura, Duki, Valsian y Fran Hevia hacían mucho ruido alrededor del Autódromo Hermanos Rodríguez y en la Carpa Intolerante Jupiter and Okwess nos demostraba por qué habían conquistado el corazón de músicos como Damon Albarn.
A la distancia la gente se segregaba entre los puntos de recargas, baños y áreas de comida mientras la multitud avanzaba de escenario a escenario. Así llegamos a Rey Pila y a un suspiro de Elefantes, pues Cuarteto de Nos nos esperaba en Escena Indio recibiendo la primera jornada de seis horas con clásicos como "El Hijo de Hernández", "No llora" y "Mario Neta". Como resulta evidente, la sangre caliente, el sabor y la vida misma del festival corría rozando los cuerpos de las más de 15 mil personas que nos reunimos en torno de nuestras bandas favoritas y alabados artistas que siempre logran despertarnos del letargo espiritual y nos lanzan de vuelta a un mundo mejor.
De la casa de Damián avanzamos al Escenario Indio para ver a una banda que es un orgullo mexicano multinacional: Little Jesus, los músicos que decía que su disco estaba sucediendo y que ahora llenan un foro completo como headliners. Estos iniciaron con una mala pasada de la suerte y del equipo de audio que sonó bajo, pero, tras unos clásicos chiflidos y reclamos, el momento preciso hizo retumbar las bocinas para confirmarnos que los años maravillosos están aquí y que mil y un almas lo atestiguan día a día.
Aún con los ecos de Francisca Valenzuela, Sho-Hai, Stereo Sosa, Chetes y The Cardigans, el segundo golpe de nostalgia llegó a nuestro corazón con The Rasmus en el escenario Telcel poniendo a tono a cientos de enloquecidos fanáticos que los esperaron por más de 10 años.
Después de que los temas más populares fueran entonados por la agrupación, La Logia y Hamac Caziim nos acompañaron a recorrer de nuevo las curvas del Autódromo para llegar con 31 Minutos, quienes desde un gran escenario luminoso se apropiaron de la atención de miles de personas, entre niños, adolescentes y adultos, para demostrarnos que la infancia no muere, que está más cerca de lo que creemos y que la vida es mucho más sencilla de lo que a veces podríamos imaginar.
Si un momento estuvo cargado de sentimientos encontrados y de una energía especial fue este, pues el cantarle a nuestros niños y a nosotros mismos resultó un ejercicio hermoso que por un instante nos alejó de la cruda realidad violenta que nos arrastra con sus oleajes.
A la par de Carlos Vives, The Wookies le dieron una salida veloz a la nostalgia y entremezclaron nuestras emociones con sus sintetizadores llegados desde otra galaxia, por lo que nuestra cabeza voló en cientos de pedazos al ver que también su majestad, Silverio, se unía a la jornada con su poderosa capa roja y sus obsesivos bailes seductores.
La despedida, con Toro, arrastró nuestros cuerpos hacia Fidel Nadal, un héroe del reggae y un poderoso artista que vale la pena ver al menos una vez en vivo. Los nueve años de espera fueron despejados de nuestra memoria y, abrazados entre la suave voz de este músico de pronto nos vimos caminando hacia el escenario principal para atestiguar los estruendosos guitarrazos de Guns N' Roses, la leyenda viva que ponía fin al primer día de actividades llevándose entre sus acordes las voces de Chico Trujillo y los más de veinte talentos que confirmaron que la vida, la música y el arte resisten a todo.