Vampire Weekend en el Teatro Metropólitan
Fotos: Paula Vidales (Cortesía OCESA)
“Hasta que el inconsciente no se haga consciente, el subconsciente dirigirá tu vida y tú le llamarás destino” - Carl Jung
Las pocas bandas que logran consolidarse en tan poco tiempo como íconos musicales de una década cambian el destino de la música para siempre. De este y muchos otros fenómenos fuimos testigos ayer por la noche en el último de los dos conciertos que Vampire Weekend ofreció en la capital del país.
El escenario elegido fue el Teatro Metropólitan, un sitio idóneo y que resultó ad-hoc para el estilo musical, estético y sonoro de la banda que en 2013 se presentó en el escenario principal del Festival Corona Capital. De aquel momento hasta la noche del 22 de octubre pasaron seis años en una larga espera que se sintió en nuestros corazones, pero que también sirvió para que la agrupación innovara su sonido y composición lírica; si algo saben bien los neoyorkinos es que los cambios requieren de su propio tiempo para madurar.
Alrededor de las ocho de la noche, las calles aledañas al Metropólitan y la Avenida Independencia no estaban tan llenas como suele suceder cuando el teatro abre sus puertas a la música, sin embargo, la armonía era notoria.
Había tal ambiente de felicidad que las emociones fueron creciendo a partir de las ocho cuarenta y cinco de la noche cuando Ezra Koening apareció en el escenario vistiendo jeans y bermudas blancas. Junto a él, los miembros de la banda se notaban cómodos en un recinto que los abrazaba con cariño y les confiaba la creación de una noche especial.
La decoración del stage, a diferencia de la ocasión del Corona Capital, no mostraba flores sino a un enorme planeta Tierra en una réplica exacta a la portada de su nuevo disco. Así, entre las luces de un círculo que iluminaba a los músicos comenzó el show ‘Flower Moon’, una canción que sonó como una cálida bienvenida y dio paso a 'Holiday’, un tema de ‘Contra’ que nos encendió en bailes improvisados y sin reservas para entregarnos a ‘Unbelivers’, otro favorito de los seguidores de Vampire que ya habíamos transformado el Teatro en un refugio fuera de este mundo.
La misma energía de ‘Unbelivers’ nos condujo a ‘Boston (Ladies of Cambridge)’, una canción de los primeros discos que fue aclamada con euforia a pesar de ser la cuarta de las 32 interpretadas a lo largo de la noche.
A ella le siguió ‘Bambina’, un brevísimo tema de su nuevo disco que sonó entre luces doradas, palmaditas de la audiencia y nos envolvió finalmente en una atmósfera rosa para lanzarnos a una emoción maravillosa en la que la nostalgia y los sentimientos pusieron pasos a la pulcritud sonora con la que los músicos extendieron el tema a una versión instrumental.
El track seis fue ‘White Sky’ al que sucedió un gran combo compuesto por ‘Cape Cod Kwassa Kwassa’, una canción que los puso en la mira de la escena musical en los inicios de esta década y siguió con ‘Bryn’, ‘Run’, ‘Sympathy’ y ‘Giant’. Tras un parpadeo comenzaron las primeras líneas de ‘Step’, la baladita por excelencia de la banda y tema que ha servido de grandiosa referencia para otras composiciones. Este reconfiguró al Metropólitan para hacerlo un sitio maravilloso cargado de amor, buena vibra y magia, donde se manifestó una ovación de casi cuarenta y cinco segundos que impidió que los músicos siguieran tocando.
A este punto la sorpresa en sus rostros por el cariño desmedido que mostraban sus seguidores, así como los incansables aplausos, valieron que Ezra dijera que México era una de sus ciudades favoritas, que la audiencia era grandiosa y que además, era un país dentro de la historia de la banda porque aquí grabaron algunos de sus más exitosos temas.
Con una cómoda y cariñosa familiaridad, la noche siguió hacia ‘My Mistake’ y ‘Horchata’, otro clásico que nos movió hacia un universo de baile y ensoñación en el que la realidad pasaba ante nuestros ojos como una bonita confusión, pues aunque habían transcurrido 14 temas el tiempo parecía llevar su propio ritmo ante cada majestuosa interpretación.
‘New Dorp. New York’, el cover de la noche, antecedió a ‘This Life’, la canción más popular del ‘Father of the Bride’ que de paso se convirtió en todo un himno al ser extendida por algunos minutos, pero para crear una atmósfera un poco más ‘experimental’ los músicos tocaron ‘Sunflower’ y nos condujeron hacia los sonidos de su nueva evolución. Aquí las idas y venidas entre los temas antiguos y los más recientes oscilaron hasta llegar a ‘Hold You Now’, la primera canción de su último disco que incluyó los místicos coros del sencillo acompañados por luces de colores en un momento maravilloso, explosivo e indescriptible.
Al instante en que la canción terminó y las luces se apagaron, como sucedía al finalizar cada tema, sonaron las primeras melodías de ‘Harmony Hall’, el tema del enorme frenesí con que dio inicio el mejor momento del concierto, ya que tras cantar ‘I don’t wanna live like this, but I don’t wanna to die’ el público volvió a ovacionar a Vampire para seguirlos de cerca con ‘Diane Young’ y ‘Cousins’. El tiro de gracia lo dio ‘A-Punk’ al ser el éxito que ha prevalecido al tiempo y es, quizá, la canción más conocida de la banda.
A ella siguió ‘Rich Man’ y ‘Hudson’, un dúo que calmó un poco la emoción desatada y provocó que los fanáticos viéramos, en un estado de admiración, a los músicos adueñarse del escenario en una expansión total y paulatina. 'Campus’ y ‘Oxford Comma’ fueron los temas veinticinco y veintiséis que prepararon los corazones para llegar a un lugar de luces azules y humo blanco donde comenzó a sonar, desde muy lejos y muy bajito, el interludio de ’Son of a Preacher Man’ de John Hurley, para entregarnos a ‘Obvious Bicycle’ en medio del silencio absoluto.
La interpretación del tema con el que abre ‘Modern Vampires of the City’ fue histórica, pues además de conmovernos casi hasta las lágrimas, se convirtió en el cierre del concierto antes del encore y formó un increíble ciclo de armonía y confort que culminó con la característica melodía a piano de la canción. Cabe mencionar que todos juntos fuimos parte de una magna explosión instrumental que hizo del tema una experiencia sonora completamente distinta e inimaginable.
En la espera por el encore, los gritos, aplausos y ovaciones no terminaron y a la agrupación le tomó menos de tres minutos volver al escenario para interpretar ‘Big Blue’, el imponente tema que hizo girar al planeta que colgaba del telar del Metropólitan.
Entre muestras de cariño por parte del público y un sombrero de charro en la cabeza de Ezra llegó el momento de los request y los dos seleccionados eligieron ‘I Think Ur a Contra’ y ‘Hanna Hunt’, la segunda petición el resto la agradecimos con fuertes coros y desenfrenados bailes.
‘Worship You’, canción número treinta y uno (y penúltima de la noche), nos hizo sacar la energía que no sabíamos que teníamos para cantar los rápidos versos de Ezra en medio de luces azules, brazos en el aire y mucha felicidad que no culminó con el tema, sino que se hizo más y más presente cuando comenzaron a sonar los acordes de ‘Ya Hey’, la canción que reemplazó a ‘Walcott’ como broche de oro pero algunos esperaban con una angustiosa emoción.
‘Oh, sweet thing Zion doesn't love you and Babylon don't love you, but you love everything’ fueron las palabras que se metieron bajo nuestra piel para llegar a nuestra sangre y hacernos cantar ‘Ya hey, ya hey’ como si fuera un manifiesto con la misma energía con que lo hicimos en 2013, cuando el segundo material de Vampire llegaba a nuestras manos y su revolución musical comenzaba.
La presentación de los neoyorkinos en el Metropólitan fue como volver en el tiempo para encontrarnos frente a un cuarteto de músicos que hablaban de nuestras emociones, sentimientos e inseguridades hace 10 años y sin siquiera conocernos.
Después del concierto muchos nos dimos cuenta de que estos seis años de espera nos dejaron suspendidos en el mundo real para esperar el momento exacto en el que las telarañas se rompieran y la música de Vampire volviera a nosotros para seguir siendo parte de nuestras vidas.