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‘Face Stabber’ de Oh Sees


¿Alguna vez te has preguntado qué hacían Morrison, Hendrix e Iggy Pop en una calurosa noche de verano en California? Pues Oh Sees nos susurra la respuesta con "Face Stabber", que además nos embarca a un viaje psicodélico al puro estilo del valle de San Francisco, zona nativa de la banda.

Al compás de los latidos de un corazón corriendo por las calles para evitar ser atrapado por la policía, "The Daily Heavy" nos da la sensación de ser parte de la escena principal de Trainspotting hasta volcarnos por un auto.

Mientras volvemos en sí, "The Experimenter" resuena con voces en off y riffs de garage rock, aditivos de John Dwyer, junto a un bajo que sólo Tim Hellman podría resaltar de esta forma.

De repente, con pastillas cayendo de nuestras mano y “Face Stabber" de fondo, las agudas guitarras y firmes bombos nos envuelven en un frenético viaje sobre un auto con cerveza y mucho, mucho rock que termina con una vista panorámica desde el letrero de Hollywood a la ciudad de California.

Casi anocheciendo, "Snickersnee" toma la batuta una vez más y el hombre a cargo del bajo con los atinados cambios de volumen en las guitarras, y la voz áspera de Dwyer, combinan a la perfección una oda a la psicosis con "I'm about to minimize your needs"...

Recargado en una pared donde la calle parece poco transitada, nos esperan los Oh Sees listos para seguir la partida, Paul Quattrone con su caja retumbado "bum, bum bum" dentro de "Fu Xi" al cabo de cinco minutos concreta el segundo round con estruendosos sintetizadores.

Mismos que con "Scutum & Scorpius" avisan la llegada de unos teclados que seguramente escuchó "Raoul Duke" (Fear and Loathing in las Vegas) mientras su cuerpo se acoplaba a las sustancias.


El Punk no ha muerto, y si no lo crees, "Gholü" te pateará mientras nos devuelve a los estoperoles y la irreverencia de aquellos jóvenes que quebrataban la ley a toda costa con moshpit en los bares de California.

Si aún no has tenido suficiente, la banda continúa con las explosiones de instrumentos que bailan en "Poisoned Stone" tema, contiguo a “Psy-ops Distach”, donde el ácido y los toques de jazz prueban los orígenes de la banda y evidencian la naturaleza, más experimental y progresiva, que han canalizado en los últimos dos álbumes.

La euforia continúa con "S.S Lukers Moms" y las fuertes notas que la guitarra de Dwyer dirige a nuestros oídos. Éstas dan rienda suelta a "Heartworn", que en ecos exasperados vocifera a favor de un cambio drástico en las acciones de nuestra sociedad.

Sin perder este mood en "Together Tomorrow", John nos regala un poco más de la versatilidad de su voz y nos exhorta a intoxicar nuestro paladar para desencadenarnos en las sensaciones que "Captain Loosey" pareciera traer desde otro planeta.

Para cerrar con broche de oro, el grupo californiano apuesta por una manifestación de jazz donde los gruesos y rasposos acordes, acompañados de un fino bajo, una batería y sintetizadores, evolucionan la psicodelia.

El resumen

Ante nosotros tenemos veintiún minutos de convivencia caótica que nos traslada a finales de los 90, donde entre instrumentos y voces que hacen imperceptible el tiempo y derriten sonidos, somos testigos del ruido que pautó a toda una generación.

Un álbum difícil, ya que está lleno de huracanes que te arrastran a lo surreal y te vuelcan inesperadamente, pero en definitiva una composición que solo esta banda de california puede acreditarse.

Dwyer, Hellman y Quattrone se recrean una vez más en esta larga trayectoria que, según el propio John, manifiesta todo lo que saben hacer: “Arte. Luego comer y luego más arte. Por todo el mundo. Donde pueda ser encontrado.”


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