Entrevista con Black Belt Eagle Scout
Black Belt Eagle Scout, también conocida como Katherine Paul, es la compositora indígena nativa que te inyecta guitarras shoegazeras y melodías analgésicas en una atmósfera que te permite tocar cada emoción. Sus narraciones son crudas y emocionales, y sus melodías un remolino caótico, que te despeina y se afila, pero en un parpadeo, palpita, respira y te conmueve. Su fusión de folk, punk e indie-rock, se escribe entre voces en susurro y en cada página de su diario personal hay letras que cautivan sobre el crecimiento personal, identidad, colonialismo y sus experiencias como miembro de la tribu india Upper Skagit. En 2018, lanzó su álbum debut, ‘Mother of My Children’, y un año después, ‘At the Party With My Brown Friends’, arrojando luz sobre lo que está sucediendo con las comunidades nativas americanas, su comunidad y su cultura.
Es poderoso presenciar a Black Belt Eagle Scout, y ahora con ‘The Land, The Water, The Sky’ acaricia las cuerdas de su guitarra con rabia y ternura, entrelazada entre poesía introspectiva y las complejidades de crecer, regresar a casa y compartir las lecciones que le ha dejado estar lejos de ella. Un álbum que entre más le prestas atención tiene el efecto de una carta de amor, te enamora y te pone en reflexión, en conexión. Platicamos con Katherine Paul sobre su pasión por la música, de tener 17 y lo que se mantiene vigente hasta los 70, lecciones de vida y sanar a través de la tierra, el agua y el cielo.
Me gusta comenzar las entrevistas siempre preguntando por la primera vez que se enamoraron de la música, me intriga mucho saber cómo fue para Katherine Paul. ¿Cómo llegó tu amor por la música? ¿Viene de algún recuerdo de tu infancia?
KP: Crecí rodeada de música. Mi papá es cantante, siempre está cantando canciones de Coast Salish. Siempre tuve un amor por la música, pero cuando realmente comencé a apreciarla, fue cuando escuché música clásica por primera vez, cuando escuché música tocada en el piano específicamente. Solo recuerdo que estaba fascinada, era mucho de todo, demasiado wow, como un instrumento puede tener tanta variedad de diferentes sonidos. Sentía que era algo hermoso, pero también ahí es donde nació esa necesidad, como ese deseo de querer tocar y crear melodías. Así que me enamoré de la música cuando era niña, cuando escuché la música clásica que provenía de nuestro piano.
Sé que tocas varios instrumentos, ¿fue el piano el primero?
KP: Fue mi primer instrumento. Empecé a tocar el piano en tercer grado, así que, probablemente, fue de segundo a tercer grado cuando me di cuenta de que amaba el piano clásico.
¿Cómo es que se comienza a dar esa transición de música clásica y piano, a agarrar una guitarra, las tonalidades dreamy y lo que es hoy Black Belt Eagle Scout?
KP: Crecí entre la comunidad tribal, Swinomish, ubicada en el noroeste del estado de Washington y luego me mudé a Portland, ahí comencé a tocar en diferentes bandas, a veces la guitarra, a veces la batería… Yo era algo diferente en proyectos bastante distintos. Pero también, tenía mis propias composiciones, algunas canciones que guardaba en una libreta que siempre llevaba en mi bolsillo trasero. Honestamente, lo mío lo tenía un poco en segundo plano, hasta que me di cuenta y decidí dedicarle más tiempo, encontrar espacios para crear canciones por mi cuenta, canciones mías. Realmente, casi siempre lo había hecho en colaboración, y ahora quería probar esta nueva dirección, poder hacer algo mío y que se sintiera así. Recuerdo sentirme muy empoderada, muy emocionada. Y me di cuenta de que estaba en algunas bandas en las que ya no quería estar. Sí, habíamos hecho cosas geniales, como salir de gira y sacar algo de música, lo agradezco pero ya no quería estar ahí, me quedó con los aprendizajes y lo que viene. Ahí fue cuando comencé a enfocarme en Black Belt Eagle Scout y a comprometerme completamente.
Reconozco la importancia de tener modelos a seguir, inspirarse de más mujeres en la música, aunque sea a través de pantallas. Falta visibilizar la música de comunidades indígenas. Aunque también en comunidad hay inspiraciones más directas. ¿Cómo influyó en tu manera de ver(te) en la música?
KP: Definitivamente es importante tener modelos a seguir y mentores en tu vida, tener un sistema de apoyo y rodearte de gente que te anime. Me recuerda mucho a lo digo en “Nobody”, sobre lo de la representación nativa y que no tenemos, no crecemos, no vemos a tantas mujeres en la televisión, agarrando una guitarra o simplemente apareciendo en pantalla. ¡Es un gran problema! Sería realmente increíble que pudiéramos vernos más, de dónde venimos, cómo surge todo y tenerlo en la televisión, en cualquier lado, la verdad, sería un gran paso. No recuerdo ver un programa donde salieran niñas como yo. Y lo mismo ocurre con la música, sé ahora que hay músicos indígenas, pero no fue nada fácil acceder a eso, tienes que mostrar un interés genuino para encontrar información. No recuerdo crecer y ya saber de músicos nativos, los empecé a descubrir mucho más tarde, cuando comencé a investigar, y descubrí a Buffy Sainte-Marie y Redbone, quiénes ya estaban afuera haciendo cosas. Pero cuando estaba creciendo, simplemente no era algo que estuviera en mi radar, que también fue lindo porque siempre me sentí inspirada por la gente de mi comunidad. Como todos nuestros ancianos y quienes tienen roles culturales, miembros de la familia, esas son las personas que me inspiraron y creo que hasta el día de hoy lo hacen. ¡Felicidades por ‘The Land, The Water, The Sky’! De principio a fin, es maravilloso, muy reconfortante. ¿Cómo fue darle vida? ¿Cómo fue pasar la sangre que corre en tus venas, hasta no rendirse?
KP: No sabía cuál iba a ser la lista de canciones hasta que las grabé todas, me senté y las acomodé. Tenía un presentimiento de que “My Blood Runs Through This Land” iba a ser la primera, y luego tuve otro [presentimiento], “Don't Give Up” iba a ser la última canción, porque pensé, ¿no sería genial qué el nombre del álbum fueran las últimas palabras que se dicen? Es como llegar al destino, quería presentarlo de esa manera, y si cruzaste por todo este viaje, aquí está, hace sentido, lo lograste, este es el nombre del álbum. Hay una satisfacción en eso. En términos de todo, lo que se unió, lo que va en medio, tuve que escuchar mucho y descubrirlo, darle un buen flujo. Quería empezar muy fuerte y que terminara en un lugar sereno, pero había que balancear los terrenos oscuros, sin que opacaran los que están llenos de esperanza. Así que, en cierto modo creo que todo funciona en este hilo de lugares, momentos, sombras y luces.
“Don’t Give Up” tiene una de mis frases favoritas, ese “I was only seventeen, I was only seventy’”, ¡me derrite! ¿Podrías elaborar sobre eso?
KP: ¡Sí! Agradezco que lo notaras, siempre me pregunto si la gente realmente me escucha decir la palabra seventy, como el siete y cero literalmente, que no ambas dicen seventeen. Es de mis letras favoritas, me recuerda que siempre voy desafiado mi estado mental, ya sea que tenga 17 o 70 años. Significa que es un esfuerzo constante, que me pongo en mis procesos de sanación, una cura que viene de la tierra, el agua y el cielo [the land, the water, and sky].
He leído que este álbum se define como un regreso a casa, que se siente como una carta de amor, ¿qué opinas al respecto?
KP: Definitivamente es muy personal. Es un álbum excesivamente personal, sobre un viaje muy mío, como si dijera las cosas que siento y que guardo hasta que encuentro un diario para sacarlo todo. No sé, en la comunidad siempre habían dicho que el arte siempre viene de un buen lugar y que al cantar lo haga desde mi corazón. Esa es mi base al crear música. A veces sí se siente como una carta de amor porque son muchas emociones conviviendo en un mismo ambiente. Ignorando el amor romántico, porque hay más tipos de amor. Si pudieras definir el amor en una palabra, ¿cuál sería?
KP: Ahora mismo tengo una definición, pero probablemente en el futuro, o mi vieja yo te hubieran dicho cosas muy diferentes y a medida que siga creciendo, mis definiciones sobre la vida irán cambiando. En este momento, cuando lanzas esta pregunta, hay palabras que llegan a mí y una de ellas es la seguridad, ya sabes, tener equilibrio, un contraste con balance. Cuando pienso en amor, pienso en seguridad. Pero probablemente habría dicho algo diferente a los 20. Y probablemente diré algo diferente cuando tenga 50. O 70.
Ahorita estás en Washington, a días de lanzar este álbum, en casa con tu familia. ¿Cómo se siente regresar?
KP: ¿Cómo se siente ahora? […] Siento que todavía estoy tratando de aprender quién soy aquí, que todavía estoy en un viaje. Se siente así porque donde vivo, hay esta enseñanza de nuestros mayores. Uno de nuestros presidentes decía algo como que queremos que nuestros jóvenes salgan, obtengan una educación, experiencia laboral, de vida, conozcan y regresen a su comunidad, compartan y se reintegren. Recuerdo haber escuchado eso al crecer, escucharlo y querer ese camino. Quiero hacer este viaje. Quiero que sea parte de mi vida. Podría haber vivido aquí toda mi vida, porque hay personas en mi comunidad que lo hacen. Mi papá, por ejemplo, ha estado aquí toda su vida y nunca ha pensado en vivir en cualquier otro lugar. Pero yo elegí este otro camino, quería algo diferente, salir al mundo teniendo siempre presente a mi familia, de dónde vengo y la reserva, mi comunidad indígena. Ahora estoy de vuelta, y al volver la gente se pregunta dónde has estado todo este tiempo, tal vez sí ha sido un viaje demasiado largo. Estoy tratando de descubrir cómo presentar todas las cosas que aprendí. Ese es el punto en el que me encuentro ahora y no creo que sea algo que suceda de la noche a la mañana, creo que será un proceso.
¿Cómo lidias con estar lejos de casa?
KP: Lo único que me trae esa nostalgia de estar lejos de casa es extrañar a mis padres, extrañar a mi familia. Solo sucede realmente cuando me voy por un tiempo, por un muy largo tiempo. Pero también soy muy buena para distraerme, al salir a la carretera, ir de gira, tocar algunos shows, siempre es de que: “Hagamos cosas. Busquemos una distracción”.
Finalmente, si Black Belt Eagle Scout pudiera ser un animal, ¿cuál sería y por qué?
KP: Me gustaría elegir un animal que traiga felicidad. Y por alguna razón, un amigo tiene cabras como mascotas. Y siempre que las veo andan felices y él también, es curioso sentir que una cabra te sonríe. Así que tal vez sería una cabra. Si me preguntas sobre plantas, creo que tengo una que me define perfecto: la baya de salmón. Es una planta que tiene mucho crecimiento a lo largo de una temporada, y puede ser realmente hermosa a veces, pero también puede ser muy agria. Evoluciona y tiene diferentes etapas. Parece una frambuesa, pero es de color salmón. Cuando está creciendo por primera vez, tiene estos brotes que surgen y se pueden comer, son la parte más dulce, y con el tiempo, se vuelve una planta gigante. Así veo a Black Belt Eagle Scout.